7 de diciembre de 2013

MANDELA: Muerte, Celebración y Esperanza

       La muerte siempre nos sorprende por su variedad, diversidad y amplitud de emociones. Al contemplar, sobre la pantalla de TV, la reacción de la gente de Sud África frente a la casa de Nelson  Mandela o en diversos lugares del país danzando, cantando, celebrando la vida de este hombre extraordinario, pensé: “Este es su legado. No ver gente llorando sino cantando y bailando”. Sin duda hubo lágrimas también, pero el sentimiento mayoritario fue un carnaval de gozo, de ritmo, alegría y triunfo sobre la opresión y la injusticia. No hay motivos para estar tristes cuando un ser humano se va habiendo cumplido su misión con dignidad.

Mandela, que pasó 27 años en prisión, tenía motivos para estar enojado y resentido. Casi justificado en el uso de la violencia si era necesario, para liberar a su país de la segregación racial y el dominio de una minoría blanca. Pero durante ese tiempo maduró.  Abandonó toda idea de revolución por las armas a una revolución mediante la no violencia enseñada por Gandhi. De empuñar un arma a extender la mano a sus enemigos. 

Mucha gente cuestionó el tiempo que estuvo injustamente preso. Pero ese tiempo no pasó en vano. Desmond Tutu dijo:
Ese tiempo en la cárcel fue absolutamente crucial. Claro está que el sufrimiento amarga a algunas personas, pero ennoblece a otras. La cárcel se convirtió en un crisol en el que se quemó y eliminó la escoria. La gente nunca pudo decirle: "Lo que usted dice sobre el perdón es pura palabrería. Usted no ha sufrido. ¿Qué sabrá usted?". Esos 27 años le invistieron de autoridad para poder decirnos que intentásemos perdonar.

Mandela supo aprovechar la quietud y la soledad de la cárcel para seguir pensando. Por ello agrega Desmond Tutu:

Yo sostengo que el tiempo que pasó en la cárcel fue necesario porque, cuando lo encarcelaron, estaba enfadado. Era relativamente joven y había sufrido una injusticia; no era un hombre de Estado, dispuesto a perdonar: era el comandante en jefe del brazo armado del partido, que estaba muy dispuesto a usar la violencia.

Con la diversidad étnica y racial comprendió que debía extender su pensamiento y su mano a todos los habitantes de Sud África. Él logró lo que se creía imposible. ¿Cómo fue?

El secreto de Nelson Mandela fue su propia  transformación interior. Pasó de detestar a sus enemigos a comprenderlos, saber perdonarlos y hacerlos participar en una nueva forma de vida. Como Gandhi, más que palabras, utilizó gestos simbólicos. Invitó a su carcelero y al fiscal (que había luchado para que le impongan la pena de muerte) con categoría de VIP a su asunción presidencial. Se presentó en un campo de Rugby, considerado exclusivamente de blancos, con la camiseta del equipo. Fue ovacionado por todos. Buscó gestos de tolerancia y  unión en vez de división. Esto no es algo que sucede todos los días.

Pasó de ser un individuo de una raza, un color y una tribu a un ser humano universal; de liderar una facción política a ser presidente y símbolo de unidad de una nación. De ser detestado por los blancos a ser aclamado por ellos. De líder subversivo a Premio Nobel de la Paz. Para hacer grandes cosas no se necesitan muchos mandatos ni eternizarse en el poder. Se necesita humildad para abrazar al enemigo, intensidad de buenas acciones y coherencia entre lo que se dice y lo que se hace.

Muchos políticos poseen una gran retórica, se especializan en buenos discursos. En cambio, hombres como Mandela, Luther King o Gandhi pueden o no poseer buenos discursos pero saben realizar humildes grandes acciones. Las palabras se desvanecen, en cambio las acciones, especialmente las buenas trasforman la realidad — mejorándola— hacen historia.

Si algo tenemos para estar agradecidos de vivir en este período histórico es haber presenciado el coraje, la paciencia, la templanza de este gran hombre para emprender una revolución en paz. En pocos años, de ser detestado y combatido por sus opositores, pasó a ser aclamado por ellos. Con su carisma logró ser respetado y admirado por líderes políticos de todo el mundo.

Nos dejó un legado de que lo imposible es posible: vencer el racismo, la incomprensión, los antagonismos étnicos a lograr la unión de tribus y pueblos en paz. Supo conducir un proceso político sin violencia que asegurara el progreso con justicia para todos.

Dejó un legado de fe y esperanza para los países del mundo donde hay violencia, intolerancia e injusticia de que es posible triunfar sobre todas ellas.

Nosotros podemos elevar una oración de gratitud y alabanza  por “Madiba” (que significa “reconciliador”), pues fue un terapeuta de profundas heridas sociales sanando el alma de millones en el mundo entero. Gracias Madiba por mostrarnos cómo ser mejores seres humanos al hacernos  partícipes de tu sabiduría, tu compasión y tu alegría. ¡Gracias! 
                                        ©Pietro Grieco

3 comentarios:

  1. ¡Gracias Madiba! Modestamente trataré de seguir tu ejemplo.
    Raúl Bravo

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  2. GRACIAS Pietro por esta reflexión sobre Mandela, sin duda un espíritu inquieto por establecer mejores condiciones para su pueblo y en definitiva para el mundo.
    Su vida nos allana el camino al perdón... Gracias Nelson Mandela
    Maria

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  3. Pedro querido,
    una vez más gracias por tu ofrenda de gratitud a un ser tan bello
    que brilló a través de todas las tinieblas y, ahora más que nunca.
    Yo también estoy muy agradecida por la época que me toca vivir
    donde la unidad se manifiesta, trascendiendo fronteras de todo tipo.
    Gracias Nelson Mandela, gracias Pedro!!!
    Gracias Dios
    Un abrazo
    Ada

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