31 de octubre de 2013

EL CAMINO DE SANTIAGO, un millón de años atrás

        Desde el Pirineo francés se baja a España, a través de altas montañas, majestuosos paisajes, bosques, ríos, bellas quebradas. A los pocos kilómetros en suelo español se ven las señales del Camino de Santiago. Algunos peregrinos, antes de cruzar la frontera, aprovechan para visitar Lourdes. La señal principal representa un conjunto de líneas amarillas, de rayos convergentes en un punto. Hace pensar en los infinitos senderos que de Europa y el sur de España van a Santiago de Compostela, en el noroeste de la península Ibérica, casi sobre el Atlántico. A los peregrinos se les reconoce de inmediato. No visten de turistas, visten de peregrinos: zapatos firmes, ropa rústica, algún sombrero, capa para la lluvia (que nunca falta), mochila sobre la espalda y una vara.

El andar del peregrino es particular. Distinto. Camina firme pero sin apuro, sabe que el camino es extenso. A lo largo de los senderos hay gran cantidad de posadas que, con poco dinero, permiten dormir en dormitorios comunes. Los más adinerados pueden utilizar todo tipo de hoteles. Muchos de ellos o ellas, si entran por Biarritz a San Sebastián, y continúan por los caminos o rutas sobre el mar Cantábrico, van visitando, además de Donostia-San Sebastián, Bilbao, Santander, Torrelavega, Gijón, Oviedo, etc. O sea combinan la peregrinación con el turismo. Lo que hace más atractivo el viaje. Aunque al peregrino auténtico no le interesan tanto las novedades y los paisajes sino la meta, el destino. Arde por saber qué le será revelado o si, solamente, será llegar a otro lugar.

Según las rutas, el recorrido puede ser de unos 670 a 800 km. El tiempo estimado, si se hacen unos 25Km diarios, puede completarse en un mes. Un poco más si se enfrentan inconvenientes: pies hinchados, necesidad de descanso, lluvias intensas, agotamiento, etc. Los españoles se lo toman con más filosofía, como ellos ya están allí, la gran mayoría toma una semana por año. En unos cuatro años cubren el recorrido. Y su promesa personal queda cumplida. No posee el carácter sagrado o místico que puede adquirir para algún visitante extranjero, especialmente lejano. Para ellos es cumplir un ritual y lograr una meta. Punto. Los españoles han dejado de ser religiosos. Pero paran varias semanas anualmente por fiestas religiosas, pues todas esas celebraciones las han transformado en eso: ¡fiestas! Y para los españoles cualquier razón es buena para festejar, con mucho ruido, desfiles, bandas de música y fuegos artificiales. Es una oportunidad para lucir sus trajes típicos, y saborear, claro, sabrosas comidas, acompañadas de excelentes vinos y, en algunas zonas, la sidra.

Por la mágica ciudad de Burgos pasa uno de los tantos Caminos de Santiago. Allí hallé al costado de la catedral, que guarda los restos de Ruiz Díaz de Vivar, el famoso Cid Campeador, la señal que se ve por caminos, rutas y ahora autovías, desde Francia a Santiago de Compostela.  En este caso estaba grabada en una placa de mármol rosa. Pero el descubrimiento más sorprendente, que ignoraba es que muy cerca se hallaron restos humanos de casi ¡un millón de años!

A pocos kilómetros de Burgos se encuentra la Sierra de Atapuerca, donde unas décadas atrás se descubrieron los restos humanos más antiguos de Europa. Restos óseos que, luego de vencer el escepticismo inicial, aportaron una nueva visión y cambiaron muchos conceptos sobre homínidos en el continente. Ya no hablamos de veinte o treinta mil años como nos informaban  los libros de historia sobre las pinturas de cuevas pintadas, estamos hablando de un millón de años. Desde principios del siglo veinte se conoce que en dicha zona vivieron homínidos en gran cantidad de cuevas, pero en 1997 se descubrió en esta área arqueológica lo que se dio en llamar “El Chico de la Gran Dolina”, el cráneo de un niño de unos diez años, cuya formación facial sería muy semejante a la de un niño actual. Esto difiere de “El Chico de Turkana”, y otros hallazgos en África, de 1,6 millón de años, pues los dientes como el volumen craneano (1000 cm cúbicos) son muy modernos, por lo que el Homo Antecessor de Atapuerca, del que forma parte el Chico de la Gran Dolina, presenta muchos interrogantes que los antropólogos tratan de responder. 

Este hallazgo nos dice que, hace ya un millón de años, hubo seres humanos habitando la zona. También se cree que allí se forjó la primera herramienta europea: una piedra tallada. La pregunta que surge es qué tipo de creencias poseían, cómo enfrentaban la enfermedad, la vida y la muerte. Estos individuos no poseían espejos, pero veían a diario su imagen en la superficie del río, que al tocarla desaparecía. ¿Qué pensaban ante la visión de lo aparente y lo real? Su vida diaria estaba urgida por la búsqueda de alimentos, una constante presión ante la posible agresión de otros animales, (osos, tigres, etc.) e incluso de otras tribus. Pero su existencia nos abre los ojos a una nueva: la visión del mundo y del propio ser interior, que proviene de más de un millón de años. Recordemos que la Biblia Hebrea (y aceptada por los cristianos) sitúa la creación del mundo en el año 3761 BCE o sea 5774 años atrás (The Oxford Companion to the bible). No sabemos qué conceptos espirituales sostenían. Pero la conciencia colectiva de la humanidad es extensa tanto en el tiempo como en el espacio. En un millón de años se aprenden y practican muchas costumbres, actitudes, rituales y ceremonias. Muchas se van renovando, otras se abandonan.  

Mientras meditaba sobre la conclusión de este breve texto, nuevamente fui sorprendido por la CNN y otros medios que  anunciaban el hallazgo de un cráneo (cráneo Nro 5) de un homínido con una edad entre 1.600.000 a 1.800.000 años, en Dmanisi, en la Rep. De Georgia. Esto conmocionó el campo científico y alteró mi conclusión. Todas las teorías antropológicas fueron sacudidas. Provisionalmente surge la hipótesis de una sola línea evolutiva desde África a Europa y al resto del planeta. Durante dos millones de años, los homínidos progresaron lentamente y no demasiado. Su forma de vida: habitación, vestimenta y alimentación, eran diferentes. Externamente hubo cambios, y en las técnicas avances, notables en los últimos dos siglos, pero la problemática de fondo sigue siendo la misma. ¿Por qué estamos en esta dimensión tempo-espacial?

Estudios antropológicos de Claude Lévi-Strauss y Lucein Lévy-Bruhl manifiestan que la mentalidad del individuo primitivo difiere de la nuestra por ser el elemento mítico más importante. La experiencia de los humanos primitivos era más mística y menos lógico-científica. Utilizaban más el lóbulo derecho relacionado con la intuición, lo imaginativo, lo metafórico. Es el que hoy utilizan los inventores, los artistas, los creadores. Esta forma de pensar fue desplazada en occidente por el pensamiento científico del lóbulo izquierdo. Utilizado por ingenieros, matemáticos y científicos. Ambos autores sostienen que, bajo la superficie de aparentes diferencias, la matriz de los conflictos a resolver es la misma. Reconocen que el aspecto mítico es más observable en los pueblos primitivos, pero, incluso hoy, se halla presente en todas las mentes.

La mente, entre la información de los sentidos, en especial los ojos, y lo que hace la mano, forma con la información interna de la conciencia, una imagen virtual compuesta del mundo que hace que no sea necesario experimentar la realidad para actuar. El individuo primitivo no necesitaba arrojarse a un abismo para experimentar dolor o sufrimiento, como no es necesario hoy día estrellarse con un auto para saber las consecuencias y verificar el dolor. Por otro lado tenían una agudeza perceptiva mayor del medio ambiente. El olfato y la audición eran muy importantes dado que muchos animales no se dejaban ver. Por lo tanto la percepción indirecta era prioritaria. 


La intuición, revelaciones a través de los sueños, la captación de la realidad (en forma de peligros inminentes), eran comunes. Muchos de esos aspectos los hemos adormecidos. 


Los problemas espirituales por más de un millón y medio de años son los mismos: discernir el propósito del nacimiento, agresión, enfermedad, el abandono, la violencia, el sufrimiento, la muerte. Desde más de dos millones de años cuando los primeros humanos salieron de África, lo que estuvieron haciendo fue peregrinar hacía lo desconocido, hasta cubrir cada rincón del planeta. Pronto esta búsqueda nos lanzará al resto del sistema solar y en el futuro a todo el universo. Por millones de años los humanos necesitaron peregrinar. Pero ya no queda lugar para peregrinar. Ya volvemos, en un constante retorno, donde estuvimos. Sin duda se descubrirán cómo son ciertas cosas. Pero el por qué estamos en este universo no se nos revelará conociendo lugares más remotos. La respuesta al por qué debemos buscarla en otra parte: ¡en nuestro propio ser!

Este peregrinar metafórico en busca de sentido por un camino u otro del planeta, ¿tiene sentido? Creo que ha llegado la hora de ir hacia adentro, hacía lo profundo de la conciencia colectiva. No podemos peregrinar como un escape de nosotros mismos. Ni podemos adorar, cuando no sabemos quiénes somos. Debemos aquietarnos y mediante contemplaciones, meditaciones y la elevación de la mente alcanzar el núcleo, el centro desconocido del ser.


Este texto comenzó como una experiencia sobre el Camino de Santiago, terminó indagando sobre el origen del hombre y, en pocos días, nuevos descubrimientos hicieron girar el enfoque. Este movimiento zigzagueante no es un error, es la dinámica del mundo en que vivimos. Los descubrimientos como los cambios son tan rápidos e intensos que ni nos damos cuenta. Estar cada día centrados es fundamental para no alienarnos. Debemos mantener la mente abierta y flexible, con un corazón generoso y compasivo, siempre sostenidos por una conciencia en paz e iluminada. Nuestro futuro depende de ello.


©Pietro Grieco


ENTRADA DESTACADA

SI MUERO o MUERES MAÑANA

        Si muero o mueres mañana nadie sabrá si se abrirán   las ventanas de los cielos, ni del hades,  ni si el balance será positivo, equi...

MINDFULNESS

Un momento de pura conciencia (pure mindfulness), es una hermosura. Es un hecho único. Se produce cuando la conciencia abraza toda la belleza del universo sin esfuerzo. Es un estado de gracia.

©Pietro Grieco