9 de noviembre de 2020

¡ATENCION! ¡ATENCION!

 

                  Un estudiante fue a consultar con su maestro Zen para que le escribiera un concepto sabio… El maestro escribió: “Atención”. El alumno preguntó “¿eso es todo?”. El maestro escribió: “Atención,” “Atención”. 

 El discípulo, un poco irritado, dijo que no veía nada de sabio en esa palabra. El maestro en silencio escribió: “Atención”, “Atención”, “Atención”. El alumno, frustrado volvió a consultar qué le había querido decir con la palabra “Atención”. El maestro respondió: “Atención” significa “Atención”. 


                                          

Nosotros como ese estudiante nos gustaría saber qué quiso decir su maestro, pero en el Budismo Zen, la enseñanza se realiza mediante los koans, frases que aparentemente no tienen sentido y cuya respuesta no puede llegar a través del razonamiento racional. Porque el objetivo es desestructurar la mente, para que utilice otro procedimiento, sea a través de la intuición, la oración, la meditación, la contemplación, el simple silencio o los sueños, con el objetivo de hallar una respuesta. 

William James (en su clásico Las Variedades de la Experiencia Religiosa) explica que la “facultad de atención es la capacidad de re-emprender una atención dispersa y vagabunda, que más de las veces es la raíz del juicio, del carácter y de la fuerza de voluntad.” Y agrega, “que una educación orientada a la perfección de esta facultad sería la educación de la excelencia.” Debo confesar que últimamente es más lo que vago que lo que pienso. 

El médico e investigador sobre la mente, Richard J. Davidson fue a realizar un retiro espiritual en la India; allí recibió una especie de descarga eléctrica y le vino que esa educación de la excelencia era la meditación. (La Meditación como cura, Capítulo 7, Daniel Coleman y Richard J. Davidson. Mondadori Libri S.p A, Milano 2019).  


Debo admitir que este concepto de Atención, atención, atención me viene muy bien pues últimamente estoy disperso. Influido por los medios de comunicación, mi pensamiento deambula del terrorismo a los  problemas políticos.

 La corrupción, la violencia, las verdades alternativas que circulan en internet, la pandemia sobre el Covid-19, mis problemas personales y, las medidas desconcertantes de los gobiernos que, dicen trabajar para la gente, pero la verdad (en la mayoría de los países) es que miran más a sus intereses de poder político y económico que a la salud de las personas. 

 Muchos de los problemas humanos provienen de no prestar atención a lo que nos sucede personalmente. No hacemos introspección. Estamos ciegos mirando lo que queremos ver, pero no lo que debemos observar y discernir.

 Einstein dijo: “Los intelectuales solucionan problemas, los sabios los evitan”. (Plan Espiritual en Tiempos de Crisis, Sintonía con el Ser, pág. 331/4, Edit. Caligrama, Barcelona, 2019).  Con la pandemia debemos evitar los problemas, y estar centrados en nuestro ser sabio y espiritual. No dejarnos desestabilizar por los problemas, porque las crisis no son un solo problema, sino una acumulación de pequeños problemas que pueden altear nuestra paz mental, producir temor y  pánico en algunos; pero como se ha observado desde la antigüedad, “crisis” significa un momento de cambio. 

 Hace décadas, los científicos observan que el aumento de la población requiere más alimentos, más casas y más minerales para la producción de bienes cada vez más sofisticados. Se requieren cambios para evitar la contaminación del agua y del aire; salvar especies de animales que desaparecen a diario; forestas y bosques que son arrasados para dedicarlos a la agricultura y la ganadería; lo que a su vez empuja a animales salvajes y sus virus, a merodear centros urbanos. Sabemos que abundan las soluciones políticas, faltan las sabias y permanentes.

 Un lugar donde se erradicó en forma permanente el virus es La isla de Pascua (Chile), pero se encuentra en medio del Océano Pacífico, sin muchas defensas y a miles de km de tierra continental. El primer contagio provino de un viajero de un vuelo. 

 Pronto se extendió, pero a mediados de abril se cortó la trasmisión. Ahora tiene cero casos.  El presidente del consejo de ancianos de la isla, Pedro Edmunds Paoa, explicó que, al llegar el primer infectado a la isla, en marzo de 2020, tenían pocos elementos, una población de más de 7000 personas, que recibe 100.000 turistas al año. 

 La isla de Pascua está en medio del Pacífico y depende de la ayuda de Chile y del turismo. Su decisión fue cerrar la isla. Parte de la población consideró que arruinaría la economía local, que depende del turismo. 

 Él encontró algo que uniría a la gente para derrotar al enemigo que era el virus. La solución fue aplicar la sagrada palabra Tapu (Que los ingleses tradujeron como “taboo”, y en castellano “tabú”). Dentro de la cultura polinesia Tapu, representa un orden sagrado para proteger la salud, la vida y a los ancianos. Forma parte de su antigua sabiduría. La misma es una forma de disciplina enraizada en la cultura polinesia que tiene que ver con las restricciones, pero también con el respeto.

 Vencido el virus, con la población cansada del encierro y sin trabajo, comprendió que debía buscar otra palabra-fuerza, para no volver al estado anterior. Debían cambiar y no depender del turismo ni las provisiones provenientes de Chile. En esta etapa utilizó la palabra “umanga”; que se refiere a la auto-sostenibilidad que ellos poseían antes de la llegada de los europeos. Debían volver a su cultura ancestral para nuevas soluciones. Debían cambiar el paradigma económico, pasar de la dependencia a la auto-sostenibilidad. Se crearon proyectos, dirigidos por mujeres, para producir alimentos y dar trabajo a quinientas personas, y a ese siguieron otros.

 El cambio de paradigma, basado en valores espirituales ancestrales, no solo significó vencer el virus sino vencer la apatía y la dependencia de Chile y los turistas. Paoa sostiene que el virus y la crisis pueden ser una bendición. Como líder por casi 30 años, está agradecido por la pandemia, pues le permitió establecer un plan de sustentabilidad y respeto por la naturaleza. Dijo: “Hasta el mes de marzo de 2020, teníamos una máscara cubriendo los ojos, y no podíamos ver”. Este ejemplo de la isla de Pascua nos permite tener esperanza. Podemos meditar estar atentos y discernir qué cambio de paradigma realizar, para transformar la pandemia en una bendición. Esto ratifica lo expresado en la Sintonía  "Plan Espiritual para tiempos de Crisis"

Con mis mejores deseos: Para una época de pandemia: Atención, Atención, abrir los ojos, y ver nuevos paradigmas.

Afectuosamente, Pietro

 

©Pietro Grieco


Ver artículo por Mark Johanson, del 26-10-2020, sobre “Tabú” y la eliminación del Covid-19).

1) http://www.bbc.com/travel/story/20201026-the-origin-of-the-word-taboo

Consultar tambien

2)Plan Espiritual para tiempos de crisis ( post)  

y la misma sintonía en

3)“Plan espiritual para tiempos de crisis”. (Sintonía con el Ser, pág. 331, Caligrama, Barcelona, 2019).

 

 


 

 

 

30 de junio de 2020

VIDA EN CUARENTENA

                                       
         Muchas son las personas que se preguntan: ¿Cómo mantengo mi seguridad? ¿Cuándo termina esta cuarentena y, qué sentido tiene para mí? Algunos  biólogos e historiadores creen que la vida científicamente no tiene un sentido, pues es el resultado de procesos ciegos de la evolución, o del azar y la necesidad. Max Plank no sostiene lo mismo. La psicología sostiene que encontrar sentido en la experiencia individual puede producir efectos positivos de vida o muerte.

Esto fue lo que descubrió el Dr. Viktor E. Frankl observando la vida en los campos de concentración nazis. En medio del horror pudo descubrir, que la búsqueda del sentido de la vida es lo que da valor a la humanidad. En su obra “El hombre en busca de sentido” dice: “El prisionero que perdía la fe en el futuro —en su futuro— estaba condenado. Con la pérdida de fe en el futuro perdía, asimismo, su sostén espiritual; se abandonaba y decaía y se convertía  en un sujeto del aniquilamiento físico y mental” (Editorial Herder, Barcelona, p.76). El sentido de la vida no se halla en la materia inerte o en procesos biológicos, sino en algo intangible que es el sostén espiritual del ser. Marx Plank, autor de la teoría cuántica,  (Premio Nobel 1914) dijo que el universo no semejaba una máquina, sino a una mente que era la matriz de todas las cosas. Una mente no es una máquina de azar sino una estructura fluida  capaz de dar coherencia, unidad y coordinación.

El Dr. Frankl presenta casos que demuestran el nexo entre la pérdida de fe en el futuro y la consecuencia final. Menciona el caso  “F”,  el jefe de su barracón, conocido músico y libretista, quien un día le confió un sueño extraño. Una voz le dijo que pidiera lo que quisiera saber y todas sus preguntas tendrían respuesta Su pregunta fue: ¿Cuándo terminaría la guerra? Pero reiteró: “¡Para mí!” O sea quería saber cuándo serían liberados y se terminarían sus sufrimientos. El sueño lo tuvo en febrero de 1945, y se lo contó a principios de marzo, el Dr. Frankl le preguntó qué respuesta le dio la voz.  “F” le dijo: “El treinta de marzo”. Cuando tuvo el sueño estaba rebosante de esperanza, convencido de que su sueño no se equivocaba. El 29 de marzo, las noticias que llegaban del fin de la guerra no eran alentadoras, a la noche  cayó enfermo con una fiebre muy alta, al día siguiente, el 30, cayó en un estado de delirio, perdió la conciencia, y el día 31 falleció. La apariencia fue que murió de tifus.

El Dr. Frankl explica la relación que existe entre el ánimo de una persona  y sus valores y esperanzas o, cómo la falta de ambos repercute en la capacidad  inmune del cuerpo. Él sabía que si ocurre una pérdida de esperanza y valor, puede ocasionar la muerte. En el caso de su amigo fue la pérdida de fe en el futuro y su voluntad de vivir. Tuvo una parálisis de fe en el futuro, que enfermaron su cuerpo y sus sueños se hicieron realidad. También observó que la tasa de mortalidad, entre la navidad de 1944 y el año Nuevo, aumentó exageradamente. Su explicación de la anormalidad, no se debió al empeoramiento de las condiciones de trabajo, ni la ración de alimentos, ni el cambio de clima, ni el brote de nuevas epidemias, sino en la esperanza de la mayoría de los prisioneros de que serían liberados para la Navidad; al no producirse ese hecho esperanzador perdieron su valor y los venció el desaliento.

Frankl cita a Nietzsche: “Quien tiene algo por qué vivir, es capaz de soportar cualquier cómo.” Esta conocida frase, lleva a preguntarnos ¿cuál es mi algo para vivir que da significado a mi vida? Para la respuesta, Frankl invierte la pregunta, pues la búsqueda tiene un enfoque desde el ego humano. Por ello sostiene, que “en realidad  no importa que no esperemos nada de la vida, sino si la vida espera algo de nosotros”.  Esto significa que la vida tiene un sentido, una conciencia y una mente cosmológica, que como dijo Max Plank, es la matriz de todas las cosas.  Podemos  dejar de preguntarnos sobre el significado de la vida; y pensar como seres a quienes la vida interroga continua e incesantemente. La respuesta no debe ser de palabras sino de una conducta y una actuación rectas. La vida con un sentido ético. En última instancia vivir significa asumir la responsabilidad de encontrar las respuestas correctas a los problemas que nos plantea. 

Cada uno de nosotros debe definir qué es ese algo que nos otorga la esperanza de vivir y nos hace viajar al futuro y superar cualquier obstáculo. Pero también mirar al pasado a lo que hemos vivido y nos ha hecho ser lo que somos, pues esto dio sentido a las alegrías que tuvimos y nadie podrá arrancarlas de nuestra memoria, y esas por pequeñas que hayan sido dieron sentido a nuestra vida, incluso los sufrimientos y frustraciones también lo dieron. Sentido que capitalizamos pues algo nos enseñaron. Incluso ante la muerte, para los que estaban en un campo de prisioneros, tenía sentido enfrentarla con dignidad. 

Quien piensa que unos meses de cuarentena son mucho, piense en los años que Anna Frank pasó oculta con el peligro constante sobre su vida. La cuarentena nos regala una oportunidad para reconsiderar si debemos hacer cambios para nuestro bienestar. Recuerden, Anna Frank que pasó dos años y un mes oculta con su familia, en Ámsterdam; detrás de una biblioteca durante la ocupación nazi, sin embargo pudo escribir: “Piensa en toda la belleza que hay a tu alrededor y se feliz”. 

Muchas veces no percibimos el efecto benéfico de un pensamiento ético y generoso que, de acuerdo con el del Dr. Frankl, bendecía hasta a sus enemigos y carceleros. Cuenta que luego de ser liberados se enteró por otro médico prisionero como él, que el Director del Campo, muchas veces había enviado a comprar en una localidad vecina, medicinas para los enfermos y pagaba importantes sumas de su bolsillo. Luego de la liberación, ¿qué hicieron los judíos respecto a ese comandante de la SS.? Pues tres jóvenes judíos húngaros lo ocultaron en los bosques bávaros. Después se presentaron ante los oficiales norteamericanos deseosos de capturar a dicho jefe. Ellos les dirían donde estaba si les prometían que no le harían daño. El oficial norteamericano dudó, pero aceptó e hizo la promesa y la cumplió.

Por lo tanto es importante mantener algo ético para vivir, algo compasivo, especialmente durante momentos de emergencia, de guerras o de pandemias: mantener esperanza. Hubo muchos guardias crueles, pero no fue el caso de ese comandante, que fue restablecido en una función similar: ocuparse de la recogida de ropas de las aldeas vecinas para distribuirlas entre los prisioneros liberados. Él también tuvo algo para vivir que le permitió redimirse. Los gobiernos se equivocan y mucho, pero podemos tener compasión, pues es muy humano equivocarse. La cuarentena nos da la oportunidad de meditar y mirar las cosas bellas que nos rodean,  no ser flojos de ánimo, sino ser fuertes.

Un pensador espiritual está siempre libre. Solo está preso quien es esclavo de sus deseos, o pensamientos egocéntricos.


Seamos libres para salir de la cuarentena, con amor para nosotros y toda la humanidad de la cual formamos parte como un solo cuerpo.


©Pietro Grieco

 

3 de abril de 2020

PLAN ESPIRITUAL PARA PANDEMIA del CORONAVIRUS


Podemos comenzar cada día con una meditación, respirando profundamente con un ritmo de descansos sosteniendo el aliento. Luego orar o utilizar algún mantra u afirmación que nos mantenga en armonía durante el día. Comenzar nuestras actividades con paz, bondad y compasión para con nosotros y los que nos rodean es un gozo. Salgamos al mundo con una sonrisa en el alma. 

El problema central de una pandemia es el contagio. Sin contagio no hay enfermedad. Podemos evitarlo con algunos cambios simples. Años atrás en California llegó a casa de visita una joven estudiante coreana. Como siempre abrí mis brazos para darle la bienvenida. La joven se quedó petrificada. La pregunté qué sucedía. Tartamudeando me dijo: “Mi padre nunca me abrazó.” De inmediato comprendí que debía cambiar. Situaciones nuevas nos empujan a nuevas actitudes. La pandemia del coronavirus  produjo diez veces más muertos en Italia, España y otros países latinos, respecto a países asiáticos como Japón y Corea. ¿No deberíamos cambiar? 


Arland Gilbert dijo: «Cuando aceptamos trabajos difíciles como un desafío a nuestra capacidad y nos metemos en ellos con alegría y entusiasmo, los milagros suceden». Cada persona puede sentir la inspiración del saludo que supere la distancia de dos metros. «Sean una luz ante ustedes mismos», dijo Buda. Permitamos que la luz de Krishna o Cristo ilumine y abra el camino.  La primera condición ante la pandemia es mantenernos sanos y ayudar a otros a estar sanos. Tener compasión y empatía para los necesitados y ayudar con procedimientos sanos. No dejarse influir por falsos conceptos. No es la edad la que determina cómo afectara el virus. En California murió una joven madre de 41 años, pero se sanó un veterano de guerra de 103 años. No son los años los que se enferman o sanan. Son las condiciones espirituales, mentales y físicas de las personas que determinan los efectos. 


Es claro que si nos amargamos con las noticias, los comentarios de cómo avanza la pandemia país por país, de los muertos y las posibilidades médicas informándonos que no saben por qué algunos se sanan y otros no. Se puede  pasar por momentos de angustia, de recelo o simple inseguridad. Seremos exitosos si podemos mantener la calma y estar centrados en nuestra conciencia espiritual.

 En la medida en que nos mantengamos firmes con un pensamiento elevado ningún virus o bacteria podrá tocarnos, el escudo del Espíritu nos protegerá. Como pensadores espirituales podemos hacer la diferencia dando a nuestro prójimo paz en la adversidad. No seremos una hoja en la tormenta, sino una montaña que se eleva serena y hermosa en el horizonte de los acontecimientos.

    


Recuerdo una experiencia del director de personal del hospital de Escondido, California. Él observó que ciertos días cuando visitaban el hospital monjes budistas, el nivel de nerviosismo, de ansiedad, de frenesí, se reducía y nacía una calma de la nada. Por lo tanto organizó con el director del monasterio cercano una reunión, sobre técnicas de meditación de todo un día sábado, para  el personal, en especial médicos y enfermeras. También asistieron estudiantes de enfermería de la Universidad de California. Al final de la reunión, una enfermera preguntó qué hacer cuando ya no hay fuerzas para caminar, meditar ni orar. La respuesta fue: Acuéstese en el piso, con los brazos abiertos, cierre los ojos y por veinte minutos respire, solamente respire armoniosamente.
 

En los puntos álgidos de una crisis, podemos suavizar la tensión y ser un faro en medio de la oscuridad. 

Podemos con calma ofrecer a otros una palabra de consuelo y firmeza. 

 Un pensador espiritual aplaca los temores y se fortalecen con la adversidad. Benjamin Disraeli dijo: «No hay mejor educación que la adversidad». La adversidad nos enseña a ser fuertes. 

Permanecer con la cabeza alta y el corazón puro hace la diferencia. 

 Esto demanda limpieza mental. Thomas Merton dijo: «La mayor necesidad de nuestro tiempo es limpiar la enorme masa de basura mental y emocional que abarrota nuestra mente y enferma la vida política y social». Limpiar nuestras mentes y purificar nuestros corazones embellece y trae sanidad. Recordemos, la sabiduría es superior a la inteligencia.

 Einstein dijo: «Los intelectuales solucionan problemas, los genios los evitan».


Es en los momentos más oscuros cuando llegan intuiciones geniales. En sintonía con el Espíritu, nuestra mente se orienta a la prevención de problemas, a evitarlos y dar soluciones inteligentes.  
Aun cuando no podemos predecir los resultados de nuestras acciones, nuestra ética es hacer siempre lo mejor. Confiamos en que todas las cosas cooperan para el bien de aquellos que aman el Bien. Reacciones intempestivas pueden producir problemas peores. Mantener la calma es una acción sabia. Tampoco es bueno castigarse pensando en lo que se podría haber hecho. 
Perdonarnos a nosotros mismos y a los demás por malas acciones sana el alma y restaura nuestra armonía. Pues el perdón es superior a la culpa.          
 
Las crisis engendran muchas soluciones. Debemos desligarnos de pensamientos de temor, practicar el desapego y, desde una conciencia superior, afirmar: No soy un cuerpo, ni una mente preocupada. Manifiesto el poder del Espíritu, voy a ser bendecido. 
Podemos ayudarnos y ayudar a otros si hacemos la diferencia al ser una presencia luminosa. Llevar paz, sanidad y amor al mundo es nuestro derecho inalienable.

©Pietro Grieco

  Este texto es una adaptación de   Sintonía con el Ser, pág. 331, de Pietro Grieco, Caligrama, Barcelona, 2019. 

 

5 de marzo de 2020

VENCER TEMORES Y CONTAGIOS


                 El temor mata más que el virus” decía el título del noticiero. El programa contaba con la presencia de especialistas, escritores, y periodistas de experiencia.



 Cualquier situación desconocida producto de un virus, bacteria o catástrofe afectan el estado psicológico de las personas.

 Me dijo una amiga: “El solo pensar en estar encerrada en un crucero, con gente contagiada con un virus, ya me hace subir la temperatura a 50 grados”. El temor es un aspecto importante de la psiquis humana, su función es la de alertarnos de un peligro, con la respuesta inmediata de correr o enfrentar el problema. Sin embargo el exceso de temor puede paralizar o incluso enfermar. Los gobiernos pueden tomar infinidad de medidas sanitarias pero, no pueden prohibir el temor.



El temor es un sentimiento único, algunas personas temen las serpientes, otras las arañas. Algunos individuos temen viajar en avión, otros viajar en ascensor. El temor impide pensar y dar las respuestas adecuadas a un problema. Por ello no debe extrañar que F.D. Roosevelt, el presidente de los Estados Unidos, en su discurso de inauguración (1933) dijera: lo único que debemos temer es al temor mismo. Lo que Roosevelt quiso hacer ver fue que los actos realizados bajo el temor lo único que hacen es empeorar la situación. Si dicen que faltará agua y todos los ciudadanos corren a los supermercados, pronto se acabarán el agua, como el aceite, el algodón, un remedio, o billetes en los bancos. Si no tenemos dominio, el temor empeora la situación.



Los humanos enfrentamos situaciones con peligros externos y peligros internos. El temor es un aspecto interno que podemos controlar evitando que nos aterrorice. Dominando nuestras emociones internas, se toman decisiones armoniosas y acertadas evitando peligros o agresiones. Una experiencia en la isla de Chiloé, en Chile, fue muy simpática. Salimos a caminar y nos siguió un perro de los dueños de la hostería. Era un setter irlandés. Deseaba mostrar sus habilidades y entró en una casa y nos trajo un pato. Lo tomamos de su boca y lo devolvimos al jardín donde lo había “cazado”. Más adelante entro en otra casa y nos trajo una gallina, nuevamente le agradecí, tomé de su boca a la pobre gallina y la devolví a la casa y tan pronto pudimos con mi esposa nos fuimos a caminar por la playa. Allí pude encontrar algunas ramas pequeñas arrojárselas al setter, quien feliz las recogía y las traía, pero no me las daba gentilmente, debía jugar con él, tirar de su boca.



En un momento dado aparecieron cinco perros de la calle que rodearon al setter y comenzaron a ladrarle agresivamente. El animal nos miró, se sentó y mirando el mar esperó sin inmutarse. Nosotros estábamos a unos cinco metros, con calma esperamos para ver si debíamos intervenir. Casi todos eran de una talla un poco mayor que la suya. Luego de varios minutos uno de los perros dejo de ladrarle. Entonces batí mis manos y les grité: ¡basta, fuera! Miraron, dejaron de ladrar y moviendo sus alegres colas se fueron a otro lado. La calma produce calma. Nosotros, luego de unos respiros de tranquilidad, seguimos nuestro paseo en paz acompañados de nuestro nuevo amigo.



El virus para hacer daño debe encontrar una puerta de ingreso. No podemos ser negligentes o inconscientes con una actitud psíquica de aprensión, ignorancia, o temor. Sabemos que el cuerpo humano, en caso de un intruso, está preparado para aislar y eliminar cualquier elemento agresivo extraño. Se trate de un virus o bacteria, que entran por la piel, la respiración, o la boca. Después de leer a Alexis Carrel siempre me maravilló cómo de inmediato entran a trabajar los equipos de defensa: policías, bomberos, y los servicios de inteligencia del cuerpo que detectan y neutralizan al intruso si es perjudicial.



Si la humanidad ha logrado vivir por millones de años, ha sido porque desarrolló un sistema de protección inmunológica. Dicho sistema produce células en distintas partes del cuerpo que defiende y ataca elementos intrusos. Además, todos los puntos de entrada poseen guardianes o porteros. La mucosidad de la nariz atrapa partículas y gérmenes, la cera de los oídos hace algo parecido, la saliva posee compuestos que eliminan muchos de los elementos que entran en la boca. Y si pasan al estómago, los jugos gástricos son una trituradora poderosa. Incluso los lagrimales contienen sustancias que limpian y protegen los ojos. El cuerpo humano ¡es una maravilla! Debemos cuidarlo y fortalecerlo.





Cada individuo debe ser responsable de su propia salud, y saber qué necesita para estar sano. Si dañamos o debilitamos nuestro sistema inmunológico con sustancias tóxicas: alcohol, drogas, tabaco, estimulantes, etc. Eso genera un sentido de daño innecesario, el cual nos hace sentir débil en un momento de peligro. Esto es evidente cuando se realizan tatuajes, piercings en la lengua, el ombligo u otros lugares (como el blanco del ojo, con el riesgo de quedar ciegos), o los juguetes sexuales con usos sin considerar las consecuencias. Todos los deseos de placer muchas veces terminan de mal a muy mal, como la muerte por asfixia. Todos ellos comienzan como un contagio mental. Por ello hay que estar alerta, no someterse a modas o ejemplos de películas y, seguir en cada caso, las instrucciones de las autoridades responsables de la salud.



El efecto de los virus, dependiendo del sistema inmunológico individual puede ser nulo, o producir algún malestar. El virus de la gripe, produce en algunos un leve aumento de la temperatura, en otros una fiebre y en otros una severa enfermedad. La situación más grave es cuando el contagio de un virus se expande para convertirse en pandemia. Esto lo hace a través de una sicosis de temor e ignorancia. En todo contagio hay un elemento mental importante que puede fortalecer o debilitar el sistema inmunológico.



La espiritualidad nos instruye a mantenernos calmos, serenos y mandar mensajes de energía, amor y poder al cuerpo a través de la oración y la meditación. Si enviamos mensajes de temor, de nerviosismo, susto incontrolado no va a ayudar al sistema inmunológico de nuestro cuerpo. Tampoco hay posibilidad de superar el contagio, si los individuos se declaran vencidos antes de enfermar. Enfermedad viene del latín: infirmitas, que significa no estar firmes. Un estudio detectó que muchos de los fallecidos por un virus, lo fueron porque ya sufrían una enfermedad. O sea no estaban firmes. 

No tengamos miedo. Mantengamos nuestra firmeza mental basada en el poder del espíritu. La vida nos dio un espíritu de amor, poder y dominio propio. ¡Usemos este poder! 


Revestidos del poder del espíritu nada nos podrá dañar. Para ello utilizar el escudo de la meditación y la oración fortalece nuestra invulnerable esencia espiritual. Las noticias exageradas de los medios de comunicación no ayudan. La meditación periódica nos otorga fortaleza mental e inmunológica. Por ello hay que cultivarla. Amarse a uno o una misma, significa cuidarse a uno o una misma.



En una oportunidad, en medio de una crisis viral debía ir al hospital a ver a la oculista. El consejo era : no ir;  pues me dijeron que los hospitales son los principales centros de contagio y expansión de los virus. Luego de meditar comprendí que no ir era un síntoma de miedo y que debía hacerlo sin temor. Tuve que enfrentar y superar mis dudas y temores. Medité y afirmé mi identidad espiritual. Cuando me sentí fuerte, fui con confianza de que todo estaba bien. Fui atendido por una experimentada doctora. Agradecí, al verla hacer su trabajo con dedicación atendiendo a gran cantidad de pacientes, sin descanso. Le pedí que se cuidara. Me sonrió y me dijo que lo venía haciendo desde más de treinta y cinco años.



Meditemos en el bien y, el bien nos bendecirá a nosotros, a los que nos rodean y a toda la comunidad. Cualquier elemento que nos inspire seguridad, sean máscaras o guantes, es útil. No obstante la protección del escudo del espíritu está disponible en medio del mar, la cima de una montaña o en el espacio exterior.



Una conciencia espiritualizada rechaza cualquier virus, pues el espíritu no se contagia ni se enferma.



Como me dijo la oculista, podemos practicar la meditación de la sonrisa. Respirar unos segundos y exhalar en unos segundos con una sonrisa. Este remedio es gratis y es maravilloso en sus resultados. La vida es poderosa y nos sostiene siempre.



Amarnos es cuidarnos. ¡Bendiciones y sanidad para todos!



©Pietro Grieco



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