17 de noviembre de 2017

TERRORISMO Y ESPIRITUALIDAD


¿Qué motiva a los terroristas? Un estudio sostiene que el aspecto principal que los motiva es “lo que poseen en su corazón”, o sea su sentir espiritual. En occidente dado la prevalente visión materialista se subestimó esta dimensión y su influencia en las acciones humanas.  Como seres con la misma esencia espiritual deberíamos conectar empáticamente en esa dimensión para comprender y evitar la violencia. 

El 4 de setiembre de 2017, la cadena de noticias CNN, se hizo eco de un estudio sobre prisioneros del ISIS, entrevistados en Kirkurk, en el norte de Irak, por Scott Atran y sus colegas,  (publicados en Nature Human Behaviour). El mismo demuestra la íntima  relación del terrorismo con la espiritualidad. El estudio revelara que también los soldados kurdos, que los combatían, poseían un compromiso con valores sagrados, una prontitud por dejar la familia por dichos valores, y la fortaleza por la pertenencia al grupo o la comunidad que representaban. 
Comprender este fenómeno es imprescindible para establecer algún tipo de conexión y entendimiento, pues se podrá matar gente, pero a las ideas, a los valores, y a principios espirituales no se los puede matar. La única posibilidad es presentando ideas, valores y principios espirituales superiores para elevarlos y transformar a esos individuos en seres humanos superiores. Al mismo tiempo, aceptar con humildad  que, en este proceso de empatía y comprensión, también nosotros podremos, elevarnos y fortalecernos. 

Luego del ataque a las Torres Gemelas en Nueva York, las reacciones mayoritarias fueron de venganza y persecución a los culpables. Muy pocos intentaron (como Arum Gandhi, nieto de Mahatma Gandhi, y otros) comprender la motivación de los que sacrificaron su vida para realizar un acto tan extremo. ¿Por qué lo realizaron? ¿Se hubiera evitado si hubieran sido escuchados de corazón a corazón? Pocos percibieron que estaba relacionado con su espiritualidad. Comprendida como sentimientos y valores interiores tan intensos que les permitía morir por ellos sin importarles su familia, sus amigos, ni el sufrimiento del prójimo. Esto no es nuevo, unos dos mil años atrás, hubo cristianos que aceptaban morir devorados por los leones, en algún circo romano, convencidos de su espiritualidad. Durante la guerra de Vietnam, también hubo monjes budistas que se quemaron vivos, como actos de protesta.
Según Atran y sus colegas, las primeras entrevistas cara a cara, no resultaron útiles, por el contrario los prisioneros se irritaban. Cuando desarrollaron una nueva línea de investigación con preguntas relacionadas con sus valores espirituales, los terroristas comenzaron a abrirse al diálogo. La idea de Scott Atran era que conocer su forma de pensar podía ser útil para determinar políticas comunes de lucha antiterrorista. 

En “El Arte de la Guerra”, escrito por Sun Tzu (o Sunzi) 544-496 BCE, considera que la guerra es el arte de la persuasión, una batalla por ganar mentes y corazones. Para ello el mejor general debía ser un iluminado maestro taoísta. Este texto fue apreciado a través de la historia por estrategas de todo el mundo. Algunos conceptos básicos son: 1) Entender la mente del enemigo para saber cómo afrontarlo;  2) evitar el enfrentamiento directo, realizarlo en cambio a través de una estrategia de desarrollo indirecto. Finalmente un enfoque filosófico: “la mejor victoria es la que se logra sin luchar”. Simples conceptos que reflejan la acción de la inacción taoísta. En occidente, parece que a las personas las mueve más la pasión que la comprensión, y que la venganza guiara el accionar de la mayoría, pese a estar condenada por los llamados libros “sagrados”. Sin dejar de protegerse, hay que penetrar en el núcleo duro de las pasiones con ideas fuerza. El agua, no lucha, avanza evitando los obstáculos. ¿Hay que recordar que el agua vence a la piedra? La mejor victoria es la que se obtiene sin luchar. ¿Cómo hacerlo?
Mi experiencia me indica que el terrorismo comienza con un sentimiento negativo individual o semi-individual. Siempre vemos y nos ofendemos por lo que nos molesta o duele. Rara vez observamos qué duele o hace sufrir a otras personas, especialmente en lugares distantes. Aquello que genera indignación, rabia o resentimiento por lo que alguien considera una injusticia, una discriminación, un maltrato, una agresión, una no aceptación, etc., sea real o imaginario.  Esos sentimientos  quedan como semillas latentes en la mente, y un hecho, o un mensaje por internet u otro medio, las despiertan y hace germinar. Este estado latente es aprovechado por los que “pescan” o reclutan jóvenes, para usarlos para sus propios fines. Una vez indoctrinados, pueden ejercer una violencia “espontánea” para herir, matar y atemorizar en una escuela, una maratón, un cine, a la salida de un lugar bailable, medios de transporte, recitales de música, mayoritariamente en cualquier lugar donde haya gente inocente, despreocupada e indefensa. 
Una característica del terrorismo es que se presenta sin el sentido lógico tradicional. No sigue el proceso de pensamiento de causa y efecto. Massimo Teodorani (Astrofísico) en su libro titulado “Cincronicità”, intenta demostrar la relación entre la física y la psique. Sostiene que a nivel de partículas elementales los estudios demuestran en forma indubitable que la realidad fenoménica que normalmente esperamos que sea lineal de causa a efecto, posee en su base una matriz en la cual el principio de causalidad deja de existir. Este astrofísico coincide con otros pensadores provenientes del campo de la ciencia. Pues sin muchos preámbulos dice: La matriz de nuestra realidad es espiritual,…, por el momento los mismos eventos sincrónicos parecen recordarnos que nosotros no somos observadores pasivos de un frío universo de relojería, sino también actores de la creación. Esto es fundamental pues como actores activos de la creación nuestros pensamientos, nuestras oraciones, nuestras intenciones y meditaciones tienen influencia en lo que acontece en la matriz de la realidad. (Sincronicitá, Il legame tra física e psiche, da Pauli e Jung a Chopra,  Gruppo Macro, 2017, Cesena (FC) Italia).

A su vez, una teoría propuesta por el francés Jean-Pierre Garnier-Malet, sostiene que de acuerdo con la teoría cuántica, somos onda y partícula, y como tales habitamos dos tiempos: uno consciente y perceptible, y otro inconsciente e imperceptible. En el tiempo imperceptible podemos hacer millones de cosas, que luego pasamos al tiempo perceptible. Esta es la información que se presenta en forma sintetizada como intuición. Esa es la explicación, para este teórico, de la forma mediante la cual es posible ver los peligros antes de sufrirlos y poder borrarlos. Sin duda esta es una nueva explicación a un fenómeno muy antiguo. La visón de la solución al sueño del faraón, por parte de José, y comprender los años de cosechas abundantes; seguidas de siete de sequía, permitió programar la solución y evitar la hambruna.  







Los ataques terroristas no son los ataques clásicos de un ejército contra otro, o de una nación o facción contra otra. El primer objetivo no es conquistar un territorio, es conquistar campos mentales desocupados o débiles. Esas mentes luego se asemejan al mundo cuántico, son reacciones en las cuales el orden lógico, dejó de existir. Por ello aparecen en forma casi espontánea en individuos movidos por una idea dogmática, impuesta fanáticamente, para imponer una visión o ideología a otros.


 El terrorismo además de atemorizar pretende instalar odio y violencia donde hay paz y armonía. Hace un tiempo escuché a un filósofo sostener que toda lucha es espiritual, porque todas las guerras son luchas de ideas, y las ideas provienen del espíritu. Luchar contra las ideas mediante cañones, aviones, tanques, portaviones o bombas es una pérdida de tiempo y recursos, pues ninguna bomba ni cañón mató una idea. 
Capturar al que colocó una bomba o saber quién era el que se suicidó, no termina con el terrorismo ni la violencia en nuestras comunidades y el mundo. Es necesario ir al origen donde se ocultan las semillas de la enfermedad del odio y violencia, para que no germinen ni se dispersen como una plaga. Tenemos que crear los anticuerpos para detener y sanar la plaga. Esta es una lucha espiritual. Un concepto que comparten muchas tradiciones dice “Tal como el hombre piensa él es”. Lo que pensamos es lo que nos define y determina acciones y consecuencias. Ernest Holmes, decía “Los pensamientos son cosas”. Si alguien nos arroja una cosa, una piedra, o un pensamiento estaremos indemnes si poseemos un escudo inviolable, no arrojando otra piedra, ni el ojo por ojo y diente por diente. Desarrollar el sistema inmunológico contra la violencia es una responsabilidad de todos. La Biblia habla de salir revestidos con el escudo del espíritu. 
Los pensamientos (halagos o insultos llegan y son percibidos sean malos como buenos). Es nuestra misión saber qué sembrar. El triunfo de Gandhi fue oponer la no-violencia a las armas.  Todo ser humano es redimible, como lo fue Nelson Mandela, quien de querer poner bombas, lo que lo llevó a la prisión, allí mismo con la meditación adquirió comprensión y aprendió sobre la no violencia, la cual lo llevó en forma indirecta al triunfo. El sicólogo Marshal B. Rosemberg, cuenta su historia, de cómo era agredido de niño una y otra vez, sin siquiera entender por qué. Con el tiempo entendió que lo hacían por ser judío. Por ello dedicó su vida a desarrollar empatía y una comunicación no violenta. En su libro “Habla Paz en un Mundo de Conflictos” (Speak Peace in a World of Conflict, Marshall B. Rosenberg, Puddle Dancer Press, 2005, Encinitas (CA)), dice: “Lo que digas de inmediato cambiará tu mundo” (“What you say next will change your world). Jesús la expresó muy simplemente: lo que siembras cosecharás.  Representa la ley moral del karma, es una ley de causa y efecto notable. Rosemberg demostró en la franja de Gaza, que su sistema funciona, enfrentando, con empatía, a los que se consideran sus enemigos, logrando que ¡lo invitaran a sus casas a cenar como amigo! 
El problema del odio no se sana con más violencia o más odio, pues es muy difícil saber dónde parar en el regreso al infinito buscando una causa en el pasado. El odio surge por lo que se cree es una gran injusticia contra la forma íntima de pensar, además de las agresiones  con bombas o ahogo económico a gente indefensa. Es verdad que en estos momentos la mayor violencia a nivel mundial proviene de sectores musulmanes, pero el caso conocido en Estados Unidos como el “Unibomber”, no lo era;  los Beatles sufrieron una enorme violencia por grupos radicales cristiano, porque de ellos dijo que eran más famosos que Jesucristo. Quemaron sus discos y canciones, debieron moverse con guardia de seguridad especial por las amenazas. El odio puede surgir en la mente de un fanático de un club de básquet, rugby o de fútbol porque otra persona utilizó un cántico del equipo contrario y agredirlo.  
¿Cómo vencer sin luchar? Si hay quienes siembran semillas de odio, millones podemos sembrar semillas de amor, comprensión, bondad, respeto, compasión, afecto, alegría y amistad. Esta es una espiritualidad práctica. Enviar mensajes mentales, o  por medios de comunicación o Internet, que llenen las mentes de buenos sentimientos no es inocuo, demostrar compasión no es una simple necesidad, necesitamos compasión para nuestra supervivencia, sostuvo el Dalai Lama. El trabajo de sembrar semillas de amor y misericordia es el trabajo de todo ser humano, sea cual sea el enfoque espiritual que practique. 
Sostengo que todo ser humano tiene el derecho a defenderse de una agresión, pero para la guerra espiritual hay que luchar con ideas espirituales. No debemos pensar en convertir ni convencer, es suficiente informar y compartir mensajes para inspirar y ser inspirados, como estos de Rumi.. Doy como ejemplo algunos poemas breves de Rumi.
De Moisés y el Pastor: Dentro de la Kaaba / no importa en qué dirección uno orienta / ¡su alfombra de oración! / El buceador del océano no necesita ¡zapatos para la nieve! / La Religión del Amor no tiene código o doctrina. / Solo a Dios.
La Religión del Amor: La secta de amantes es diferente de todas las demás. / Los amantes tienen una religión y una fe propia. / Aunque el rubí no posee un sello, ¿qué importa?/ El amor no tiene miedo en el medio del mar del temor.  (Poetry of the Spirit, E: Alan Jacobs, Barnes & Noble, 2005, New York).
Recordemos la sabiduría del Jefe Seattle: “El hombre no tejió la red de la vida. Es solamente una hebra en ella. Cualquier cosa que haga al tejido o, a la web, se la hace a sí mismo. Todas las cosas están unidas. Todas las cosas se conectan.” O sea, todos los que ejercen la violencia, se la hacen a sí mismos. Por esta razón todas las formas de violencia terminan derrotadas. 
Debemos reconocer que lo que pensamos es importante y tiene consecuencias, la ley del karma es eso, todo pensamiento tiene su consecuencia. Podemos pensar y hacer lo que queremos, pero nunca evitaremos las consecuencias de nuestros pensamientos y nuestros actos. Todos podemos pensar, y sería muy útil asumir la responsabilidad de pensar en base a principios elevados y sanadores, principios de amor, paz, justicia y armonía. Ellos tendrán su consecuencia. No nos abandonemos al olvido. Si el terrorismo depende de otros, la armonía depende de nosotros. Mantengamos la armonía en nuestro pensamiento diario, pues de ello depende el futuro del ser. Nuestro ser. 

©Octubre/2017,  Pietro Grieco

25 de marzo de 2017

TRANSFORMAR ESPADAS EN ARADOS DE JUSTICIA Y ARMONÍA















 He sufrido la violencia.

 En la escuela primaria sufrí el abuso escolar (bullying) por un año y medio de otro chico gigantón que me pegaba, me tiraba del pelo, me mojaba la oreja, me incitaba a pelear.

 Mi respuesta era que dejara de molestarme pues no me gustaba. Eso lo incitaba a agredirme y desafiarme aún más. Un día estábamos solos caminando a nuestras casas cuando nuevamente comenzó a golearme la cabeza, le dije ¡basta!, que no hiciera eso pues no me gustaba. Su respuesta fue reírse y pegarme nuevamente. Tuve una reacción de rabia y me tiré contra su cuerpo con toda mi fuerza, él era mucho más grande. Ambos caímos y rodamos por el suelo. 

Súbitamente ese grandote comenzó a llorar y repetir: “¡Me voy a morir!” “¡Me voy a morir”! Me alcé y lo vi tirado, llorando como cualquier otro niño, y traté de consolarlo, ofreciéndole algunos dulces y nueces. Pero él seguía llorando pues se había golpeado la cabeza y le salía un poco de sangre. Como no aceptó mis regalos, ni quiso dejar de llorar, le dije que podía seguir llorando y me fui. Luego de unos minutos regresé pues no me había alcanzado. Lo oí hablar en la casa de unos vecinos que salieron a ver qué le pasaba. De allí en adelante, nunca más me agredió. 

Años después, como joven inmigrante sufrí burlas y agresiones de otros por no hablar bien la lengua, por vestir de otra forma,  por tener otras creencias, otras costumbres. Supe hacer frente a la agresión y pronto se diluyó. 
Conclusión: aprendí que a la violencia y a la agresión no hay que hacerla crecer. El agresor confunde humildad con debilidad. Por lo tanto hay que demostrar que no tenemos temor, rechazamos la violencia, y usaremos los medios necesarios para ponerle fin. El objetivo es proteger al agredido y también al agresor. Porque la violencia primero se adueña de la mente y el corazón del agresor, dañándolo, y luego éste pasa la agresión al agredido.
Del hombre de las cavernas, al día de hoy, se han hecho progresos. La evolución cultural, incluyendo la religión y el arte han contribuido a aminorar la violencia de los bárbaros. Pero por la cantidad de violaciones, violencia familiar, laboral, de género, abuso de niños y niñas, guerras, etc. vemos que, en menor grado, la violencia continúa, incrementada muchas veces por el fanatismo local o global.
Sin duda la promoción de la violencia desde sectores políticos, grupos de intereses, los medios de comunicación, internet, juegos electrónicos, el cine y la TV, no ayudan. Por el contrario envenenan las mentes juveniles o débiles. Tuve de joven una gran capacidad para enojarme. ¡Lo reconozco! Especialmente cuando era sometido a condiciones injustas, o me herían en lo que creía profundamente era la verdad. Combatí mi actitud durante un año afirmando: No hay reacción violenta en el principio de la armonía, sino acción armoniosa, y yo reflejaba ese principio. Reconocí que espiritualmente no hay reacción, sino una acción armoniosa constante. Ese esfuerzo tuvo buenos resultados. Me hizo estar consciente de mi propia actitud, y que debía cambiar, reflejar mí ser en calma y paz. ¿Logré ser un perfecto buda? No. Pero aprendí a mantener mi armonía centrándome en mi ser. 
Esto fue de gran ayuda en una sociedad con constantes actos de violencia, tal que la gente decía que los periódicos no chorreaban tinta, sino sangre. Sufrí varios de ellos. Pasé por uno histórico llamado “la noche de los bastones largos”, sin consecuencias. En otra oportunidad, cruzando Plaza Miserere, (Buenos Aires) sufrí la carga de la policía montada. Pensé que de un sablazo me partirían la cabeza en dos. Muchas veces no sabía si, al final del día, regresaba vivo a casa. Esto me impulsó  a desear comprender las infinitas razones del porqué de las reacciones violentas en mí y en otros.

Aprendí que hay distintas violencias: 1) instintiva; 2) emocional, y 3) racional. El cerebro evolucionó de lo que se ha dado en llamar 1) el cerebro reptiliano,  o instintivo; 2) al cerebro de los mamíferos, emocional y reactivo. 3) La última evolución del cerebro corresponde al homo sapiens con el desarrollo del neo-córtex se formó el área cognitiva, lógica, y creativa. Ante una situación de peligro la respuesta inmediata y veloz, es la reptiliana (milésimas de segundo). Es la respuesta ante un ataque o un posible accidente. Esta reacción casi instantánea posee una característica importante: bloquea la respuesta lógica y la emocional. El objetivo es no perder tiempo pensando. No hay que pensar, hay que actuar y ¡a toda velocidad! El inconveniente se da cuando la interpretación de una agresión (o peligro) es falsa. La respuesta emocional es rápida y también bloquea la respuesta lógica y creativa (décimas de segundo). Es una respuesta ante el ataque a los afectos, las creencias, la defensa del ego. 
La respuesta racional y creativa es lenta, demanda tiempo para la búsqueda de información, análisis, comparación, contraste de respuestas, etc. (aprox: Un segundo). Conclusión: las reacciones instintivas y emocionales pertenecen a la violencia que genera agresiones y lesiones que llevan al hospital y a la cárcel a muchas personas. Las reacciones emocionales se dan entre hermanos, amigos, esposos, padres e hijos. La violencia racional (con un mal uso de la razón) se da cuando hay deseos o intereses contrapuestos entre personas, grupos de poder, instituciones y países. Esta violencia racional planificadora se manifiesta mediante  castigos físicos o mentales, incluso las guerras y la tortura, etc. La conciencia espiritual supera las tres tipos de violencia.

Mucho tiempo se pierde en condenar la violencia de otros contra inocentes, el abuso de las niñas y niños, las violaciones, las mutilaciones, la violencia de género, las agresiones por creencias religiosas, formas de vida, o simplemente ser de otra raza o hincha de otro club. Yo, también, las condeno a todas. 

 

Pero ¿quién condena su propia violencia? He observado que mientras miles de personas protestaban, en las principales ciudades del mundo, al mismo tiempo se cometían agresiones, violaciones, mutilaciones, torturas, asesinatos, etc. 

¿Por qué las soluciones policiales, legales, jurídicas, sicológicas, políticas y demás no producen un cese en la violencia? Porque como dijo Jesús del corazón provienen los homicidios, los hurtos, las violaciones, las agresiones, los falsos testimonios, etc.

 

 El problema no está allá afuera, no está en convertir a los “enemigos”. Cada persona posee corazón, bueno, malo, fanático o violento. Cómo responder a la pregunta de Solzhenitsyn: si el bien y el mal pasan por el corazón humano, ¿quién está dispuesto a cortar parte de su propio corazón? Si la razón pasa por el cerebro y todos tenemos uno, ¿quién está dispuesto a que se le seccione una parte del cerebro? Amos Oz, el brillante escritor israelí, quien admite que él fue de joven un fanático (como posiblemente lo hemos sido muchos sin saberlo), escribió:

 

La esencia del fanatismo descansa en el deseo de forzar a otras personas a cambiar. La inclinación común de mejorar tu barrio, o enmendar a tu esposa, o guiar tu hijo, o enderezar a tu hermano, en vez de dejarlos ser. El fanático es el más desinteresado de las criaturas. El fanático es un altruista. (How to Cure a Fanatic, Vintage Books, Random House, London, 2012)

 

Como vemos, Oz nos presenta al fanático como una persona normal, un altruista que desea imponer sus ideas de cómo mejorar, enmendar, dirigir, enderezar a otros en vez de dejarlos ser. ¿No tenemos algo de esto?
O sea el fanatismo y la violencia son, en última instancia, un problema de ideas, mental, espiritual. ¿Por qué? Porque todas las ideas provienen del Espíritu. Al resentido que se lo quiere combatir con toda la fuerza, lo único que hace es incrementar su resentimiento ¿Cómo podemos pretender dar solución a la violencia con más violencia. O con más armas, con más soldados, con más policías? Esto lo único que genera son carreras armamentistas, y una espiral de destrucción. Las fuerzas del orden pueden y deben neutralizar la violencia en el corto plazo. Las armas pueden producir imposiciones, pero no proveen de soluciones  a largo plazo. Lo hemos aprendido de la historia. Las imposiciones establecidas por las naciones vencedoras de la Primera Guerra Mundial, produjeron la idea de revancha y de venganza, generando la Segunda Guerra Mundial. La pregunta fundamental es ¿cómo se cura la violencia?

La violencia puede ser verbal, moral, física, religiosa, política, deportiva, psicológica, artística, familiar, laboral, etc. Para curar y transformar la violencia (que es un enorme gasto de energía) en armonía, no se puede con la coerción externa, sino mediante la trasformación interior. 




En algunas ciudades como Chicago personas que fueron violentas son ahora sanadores de la violencia, hablan con los violentos y cuando una disputa aparece con armas, interrumpen la disputa, y con tan solo interrumpirla evitan que se expanda como una epidemia. En algunas ciudades los sanadores de la violencia lograron que por años no hubiera más crímenes.  
Quien conquista su propia violencia gana 
la guerra en forma definitiva. 




Es la transformación espiritual que nos dará calma y paz. Cualquiera sea el procedimiento, vale la pena intentarlo.
©PietroGrieco

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