“El temor mata más que el virus” decía el título del noticiero. El programa
contaba con la presencia de especialistas, escritores, y periodistas de
experiencia.
Cualquier situación desconocida producto de un virus, bacteria o
catástrofe afectan el estado psicológico de las personas.
Me dijo una amiga:
“El solo pensar en estar encerrada en un crucero, con gente contagiada con un
virus, ya me hace subir la temperatura a 50 grados”. El temor es un aspecto
importante de la psiquis humana, su función es la de alertarnos de un peligro,
con la respuesta inmediata de correr o enfrentar el problema. Sin embargo el
exceso de temor puede paralizar o incluso enfermar. Los gobiernos pueden tomar
infinidad de medidas sanitarias pero, no pueden prohibir el temor.
El temor es un sentimiento único, algunas
personas temen las serpientes, otras las arañas. Algunos individuos temen
viajar en avión, otros viajar en ascensor. El temor impide pensar y dar las
respuestas adecuadas a un problema. Por ello no debe extrañar que F.D.
Roosevelt, el presidente de los Estados Unidos, en su discurso de inauguración
(1933) dijera: lo único que debemos temer es al temor mismo. Lo que Roosevelt quiso hacer ver fue que los actos
realizados bajo el temor lo único que hacen es empeorar la situación. Si dicen
que faltará agua y todos los ciudadanos corren a los supermercados, pronto se
acabarán el agua, como el aceite, el algodón, un remedio, o billetes en los
bancos. Si no tenemos dominio, el temor empeora la situación.
Los humanos enfrentamos situaciones con
peligros externos y peligros internos. El temor es un aspecto interno que
podemos controlar evitando que nos aterrorice. Dominando nuestras emociones
internas, se toman decisiones armoniosas y acertadas evitando peligros o
agresiones. Una experiencia en la isla de Chiloé, en Chile, fue muy simpática.
Salimos a caminar y nos siguió un perro de los dueños de la hostería. Era un
setter irlandés. Deseaba mostrar sus habilidades y entró en una casa y nos
trajo un pato. Lo tomamos de su boca y lo devolvimos al jardín donde lo había
“cazado”. Más adelante entro en otra casa y nos trajo una gallina, nuevamente
le agradecí, tomé de su boca a la pobre gallina y la devolví a la casa y tan
pronto pudimos con mi esposa nos fuimos a caminar por la playa. Allí pude
encontrar algunas ramas pequeñas arrojárselas al setter, quien feliz las
recogía y las traía, pero no me las daba gentilmente, debía jugar con él, tirar
de su boca.
En un momento dado aparecieron cinco perros de
la calle que rodearon al setter y comenzaron a ladrarle agresivamente. El
animal nos miró, se sentó y mirando el mar esperó sin inmutarse. Nosotros
estábamos a unos cinco metros, con calma esperamos para ver si debíamos
intervenir. Casi todos eran de una talla un poco mayor que la suya. Luego de
varios minutos uno de los perros dejo de ladrarle. Entonces batí mis manos y
les grité: ¡basta, fuera! Miraron, dejaron de ladrar y moviendo sus alegres
colas se fueron a otro lado. La calma produce calma. Nosotros, luego de unos respiros
de tranquilidad, seguimos nuestro paseo en paz acompañados de nuestro nuevo
amigo.
El virus para hacer daño debe encontrar una
puerta de ingreso. No podemos ser negligentes o inconscientes con una actitud
psíquica de aprensión, ignorancia, o temor. Sabemos que el cuerpo humano,
en caso de un intruso, está preparado para aislar y eliminar cualquier elemento
agresivo extraño. Se trate de un virus o bacteria, que entran por la piel, la
respiración, o la boca. Después de leer a Alexis Carrel siempre me maravilló
cómo de inmediato entran a trabajar los equipos de defensa: policías, bomberos,
y los servicios de inteligencia del cuerpo que detectan y neutralizan al
intruso si es perjudicial.
Si la humanidad ha logrado vivir por
millones de años, ha sido porque desarrolló un sistema de protección
inmunológica. Dicho sistema produce células en distintas partes del cuerpo que
defiende y ataca elementos intrusos. Además, todos los puntos de entrada poseen
guardianes o porteros. La mucosidad de la nariz atrapa partículas y gérmenes,
la cera de los oídos hace algo parecido, la saliva posee compuestos que
eliminan muchos de los elementos que entran en la boca. Y si pasan al estómago,
los jugos gástricos son una trituradora poderosa. Incluso los lagrimales
contienen sustancias que limpian y protegen los ojos. El cuerpo humano ¡es una
maravilla! Debemos cuidarlo y fortalecerlo.
Cada individuo debe ser responsable de su
propia salud, y saber qué necesita para estar sano. Si dañamos o debilitamos
nuestro sistema inmunológico con sustancias tóxicas: alcohol, drogas, tabaco,
estimulantes, etc. Eso genera un sentido de daño innecesario, el cual nos hace
sentir débil en un momento de peligro. Esto es evidente cuando se realizan
tatuajes, piercings en la lengua, el ombligo u otros lugares (como el blanco
del ojo, con el riesgo de quedar ciegos), o los juguetes sexuales con usos sin
considerar las consecuencias. Todos los deseos de placer muchas veces terminan
de mal a muy mal, como la muerte por asfixia. Todos ellos comienzan como un
contagio mental. Por ello hay que estar alerta, no someterse a modas o ejemplos
de películas y, seguir en cada caso, las instrucciones de las autoridades
responsables de la salud.
El efecto de los virus, dependiendo del
sistema inmunológico individual puede ser nulo, o producir algún malestar. El
virus de la gripe, produce en algunos un leve aumento de la temperatura, en
otros una fiebre y en otros una severa enfermedad. La situación más grave es
cuando el contagio de un virus se expande para convertirse en pandemia. Esto lo
hace a través de una sicosis de temor e ignorancia. En todo contagio hay un
elemento mental importante que puede fortalecer o debilitar el sistema
inmunológico.
La espiritualidad nos instruye a mantenernos
calmos, serenos y mandar mensajes de energía, amor y poder al cuerpo a través
de la oración y la meditación. Si enviamos mensajes de temor, de nerviosismo,
susto incontrolado no va a ayudar al sistema inmunológico de nuestro cuerpo.
Tampoco hay posibilidad de superar el contagio, si los individuos se declaran
vencidos antes de enfermar. Enfermedad viene del latín: infirmitas, que significa no estar firmes. Un estudio
detectó que muchos de los fallecidos por un virus, lo fueron porque ya sufrían
una enfermedad. O sea no estaban firmes.
No tengamos miedo. Mantengamos nuestra
firmeza mental basada en el poder del espíritu. La vida nos dio un espíritu de
amor, poder y dominio propio. ¡Usemos este poder!
Revestidos del poder del
espíritu nada nos podrá dañar. Para ello utilizar el escudo de la meditación y
la oración fortalece nuestra invulnerable esencia espiritual. Las noticias
exageradas de los medios de comunicación no ayudan. La meditación periódica nos
otorga fortaleza mental e inmunológica. Por ello hay que cultivarla. Amarse a
uno o una misma, significa cuidarse a uno o una misma.
En una oportunidad, en medio de una crisis
viral debía ir al hospital a ver a la oculista. El consejo era : no ir; pues me dijeron que los hospitales son los
principales centros de contagio y expansión de los virus. Luego de meditar
comprendí que no ir era un síntoma de miedo y que debía hacerlo sin temor. Tuve
que enfrentar y superar mis dudas y temores. Medité y afirmé mi identidad espiritual. Cuando
me sentí fuerte, fui con confianza de que todo estaba bien. Fui atendido por
una experimentada doctora. Agradecí, al verla hacer su trabajo con dedicación
atendiendo a gran cantidad de pacientes, sin descanso. Le pedí que se cuidara.
Me sonrió y me dijo que lo venía haciendo desde más de treinta y cinco años.
Meditemos en el bien y, el bien nos
bendecirá a nosotros, a los que nos rodean y a toda la comunidad. Cualquier
elemento que nos inspire seguridad, sean máscaras o guantes, es útil. No
obstante la protección del escudo del espíritu está disponible en medio del
mar, la cima de una montaña o en el espacio exterior.
Una
conciencia espiritualizada rechaza cualquier virus, pues el espíritu no se
contagia ni se enferma.
Como me dijo la oculista, podemos practicar
la meditación de la sonrisa. Respirar unos segundos y exhalar en unos segundos
con una sonrisa. Este remedio es gratis y es maravilloso en sus resultados. La
vida es poderosa y nos sostiene siempre.
Amarnos
es cuidarnos. ¡Bendiciones y sanidad para todos!
©Pietro
Grieco