¿El
fin de las religiones bíblicas?
La biblia dejó de ser un libro sagrado
Mauro Biglino,
traductor del hebraico bíblico, sostiene que cuando se desnuda la Biblia pierde
su carácter sacro, por el contrario, es un gran engaño. Dice:
“Una vez desnudada la biblia es sumamente diversa de como estuvo
contada siempre: no contiene un Dios espiritual, omnipotente, y omnisciente, no
contiene eternidad. Nada de manzanas, ni serpientes ondulantes y tentadoras.
Ningún ángel alado. Ni siquiera el Mar Rojo: el pueble del Éxodo se limita a
mirar una simple cañita”.
(Bibbia Nuda, e La
Bibbia non è un libro sacro. Il Grande inganno. Mauro
Biglino, (2017)
Biglino es uno de los
tantos autores que últimamente se ha dedicado a desarmar la sacralidad el texto bíblico. Con el debido fundamento lo que sostiene es
coherente con los descubrimientos arqueológicos.
Mi relación con la
biblia comenzó durante la década del 1960, mientras estudiaba y escuchaba la
radio, oí la noticia de que al premio Nobel William Faulkner le habían otorgado
otro premio Pulitzer en Estados Unidos. Su mensaje central, decía la radio, era
que el hombre no solo duraría, sino que además prevalecería. La radio decía que
su idea provenía de la Biblia.
"I believe that man will not
merely endure: he will prevail. He is immortal, not because he alone
among creatures has an inexhaustible voice, but because he has a soul, a spirit
capable of compassion and sacrifice and endurance.”
O sea,
Faulkner creía que el hombre no duraría solamente, sino que prevalecería.
Pensé
que si la Biblia contenía esas ideas era un libro que yo debía poseer. Con los
meses pude comprar, a costo de casi ir preso (la policía sospechó de mi
insistente mirada alrededor de la vidriera de una librería). Un mes después
compré una e intenté leerla. Me pareció incoherente, una serie de brutalidades
y contradicciones. Mas adelante un compañero de la Universidad me dijo que la
biblia hay que leerla con el sentido del espíritu, pues el sentido literal es
horrible. Guerras, muertes, incestos, traiciones, asesinatos, crucifixiones, algunas
bendiciones, etc. Buscar un significado más allá de las palabras poseía un
atractivo. Con esa búsqueda fui mejorando y expandiendo la lectura. Utilicé el
texto como algo mágico, algo único. Aprendí a reiterar las palabras del texto,
pues me daban autoridad e importancia ante los demás. Prediqué el libro, lo
llevé a las cárceles, lo regalé. Supe repetir las palabras del texto con pasión,
que llegué a conocer muy bien; interiormente me ufanaba de ello. Escribí
algunos artículos inspirados basados en la Biblia. Aunque siempre hubo aspectos
que no “me sonaban bien” o no tenían sentido. Por ejemplo: el deber de cumplir
los mandamientos en un capítulo y en el siguiente violarlos.
Cuando
leí cuestionamientos académicos proponiendo el fin de los estudios bíblicos,
fueron una llamada de atención sembrando dudas racionales. Hace poco, al
realizar una búsqueda descubrí otra forma de leer el texto: a través de las investigaciones
arqueológicas. El análisis de piedras y tierras ambos a través del sistema del
carbono 14, permite datar con precisión los hechos y las épocas. Eso elimina
dudas y muchas vaguedades. Efectivamente la Biblia no es un libro de historia, usa
datos de la historia para crear ficciones históricas. Las palabras son
fácilmente manipulables, crean su propia realidad, independiente de la verdad. La
biblia parece un libro de historia, pero no lo es. La mayor parte del texto
adopta la forma de relato histórico, incluso los salmos o las profecías parecen
relatos históricos.
Muchas
religiones se establecieron con la Biblia como un texto veraz y sagrado, pero
los últimos estudios indican que no lo es. Prácticamente todos sus libros son
copia de textos anteriores sumerios, egipcios, babilónicos, etc. Los
especialistas hebreos no hablan de plagio sino de “tradiciones literarias
compartidas” en formas y contenidos. La historia de José y la esposa de
Potifar, es la “historia de dos hermanos” egipcia. Algunos proverbios (22-23)
son copia fiel de las enseñanzas de Amen-em-Opet. (The Bible as Literature), la Biblia como libro de leyes y preceptos
es pobre comparada con los ordenamientos
legales de los hititas, los babilonios, los asirios, recordemos solamente el
Código de Hammurabi, (1750 a.C.).
El
trabajo de investigación arqueológica de lugares bíblicos y su datación
realizada por los departamentos de arqueología de la Universidad de Tel Aviv y
la de Jerusalén y los de Institutos arqueológicos y bienes culturales. Han
producido informes relevantes, en especial el arqueólogo Israel Finkelstein con
su colega Neil A. Silberman. Sus videos pueden verse en Internet. Nos dicen que
de los Patriarcas no existen registros, son personajes de ficción, tampoco
encontraron pruebas de que el Éxodo tuvo lugar.
Algo
había sospechado desde mucho tiempo. ¿La razón? En más de tres mil años, no se
había encontrado una espada, restos de cerámica, huesos, restos de comida, etc.
Ningún rastro del paso de centenares de miles de personas saliendo de Egipto,
cruzando el Mar Rojo, que pasaron cuarenta años vagando por el desierto, sin
agua y sin comida. Uno o dos milagros son admisibles, pero ¿miles todos los
días? Huummm… si todos los días producían milagros ya no son milagros son la
trivial rutina. La ciencia demanda pruebas, verificaciones, pero: el dilema
para los creyentes es que no hay pruebas
de las afirmaciones bíblicas. Entonces ¿creer o no creer?
Fue ese
hecho que hizo afirmar al Prof. de historia de la universidad de Jerusalén
Yuval Noah Harari, que los escritores bíblicos eran todos fantasiosos. El Prof. Finkelstein, como director del departamento
de arqueología de la Universidad de Tel Aviv, más prudente, dice que esos
escritores no tuvieron en cuenta la situación real de las épocas que describieron,
ni las condiciones políticas ni geográficas. O sea, escribieron sin
fundamentos. En la época del Éxodo toda la Palestina era una provincia de
Egipto. En ese caso los judíos no podían escapar del ejército del faraón y
estar a salvo del otro lado, porque toda Palestina y la Península del Sinaí,
formaba parte del imperio egipcio. En la Península de Sinaí se encontraba la poderosa
fortaleza de Ramsés con sus soldados. ¿Podían escapar para ir a parar en manos
de esos soldados del faraón? Considerando la realidad no tiene ningún sentido.
Los egipcios llevaban registros cuidadosos de los hechos del reino. ¿Cómo no
hay ningún registro de la huida de un grupo de centenares de miles de judíos? Tampoco
se menciona el nombre del faraón que los oprimía. La razón es que él o los
escritores no lo sabían. El filósofo sefaradí Baruj Spinoza en el siglo 17 ya
había criticado aspectos de la Biblia, como el hecho que Moisés después de
muerto, le ordena a Josué, al entrar en la tierra prometida a Abram, destruir
todos los reinos, matar a los hombres, mujeres, y niños, llevarse tan solo los
tesoros. Hoy esto sería monstruoso.
Lamentablemente
no se ha encontrado ninguna destrucción de fortalezas o murallas como la de
Jericó, ni ciudades reducidas a cero, ni piedras quemadas. Ni huesos ni bienes de
los muertos. Tampoco se encontraron en los registros de Moab, Edom, Ammón, y
otros reinos, de ser conquistados por unos esclavos huyendo de Egipto. No
existe prueba alguna de esas conquistas. A esta altura debemos preguntar ¿es la
Biblia una colección de cuentos de fantasía? Esa es la afirmación que se
desprende del profesor Harari, pues los escritores bíblicos eran unos “fantasiosos”.
Jorge Luis Borges sostenía que la Biblia debía considerarse parte de la
literatura fantástica.
La
forma de salvar el texto ha sido la “alegorización”, o sea darle una
interpretación alegórica que los autores nunca pensaron. Por ejemplo, El Cantar de los Cantares, que es un
poema del amor celebrando la unión física, se la ha leído como una alegoría de
la unión no de un hombre y una mujer, sino de la iglesia y el Cristo. El amante
y el amado también se la interpretado como la relación entre Yahveh e Israel.
¿Existe
una explicación? Sí, una sumamente razonable: muchos de los textos del Antiguo
Testamento (Biblia Hebraica) fueron escritos en Babilonia, durante la
esclavitud impuesta por el rey Nabucodonosor. Los judíos vieron por décadas, como
los babilonios llevan registros de los eventos importantes del reino,
inundaciones, plagas, guerras, etc. En esa época no existía Internet ni grandes
librerías. Considerando que con el tiempo se perderían sus historias comenzaron
a escribir los recuerdos, pero agrandándolos para la posteridad. La exageración
es un arma literaria de la antigüedad para impresionar a los lectores. Dicen
Gabel, Wheeler, York, los autores de “The
Bible As Literatrure” An Introduction, sobre el Génesis: el objeto del
texto es reconocible: una serie de eventos cósmicos, pero que ningún ser humano
presenció ni vivió. No tiene sentido preguntar si el universo se creó en siete
días, o si podía existir la luz sin ningún objeto emitiendo luz, o que el sol
es creado después de la tierra. Para los autores las respuestas no llevan a
ninguna parte. Pero para los sacerdotes era perfecto de esta forma y de esa
forma debía aceptarse. O sea, es una imposición sacerdotal. La Biblia es una
antología que utiliza la hipérbole, o sea la exageración con el objeto de
impresionar a los lectores. También la poesía, el relato, la historia, etc.
De los
patriarcas no existen registros, ni siquiera se sabe si existieron
verdaderamente. Algunos consideran que son personajes de ficción. Muchos
relatos son tomados de escritos anteriores, el diluvio universal está contenido
en una cantidad de textos mesopotámicos (sumerios, asirios, babilónicos, como La Épica de Gilgamesh, y otros). Algunos
salmos son copia fiel de textos egipcios anteriores.
El
carácter “Moisés” tiene muchos antecedentes como personaje de ficción, pero el antecedente
histórico, del niño lanzado en una cesta sobre el río Éufrates fue Sargón de
Akkad, considerado el primer emperador de la historia, que conquistó todos los
reinos sumerios hasta Ur, ciudad de la que la Biblia atribuye el origen de
Abran. ¿Por qué atribuir a Ur, (¿de los caldeos?), el origen del pueblo de
Israel? Por una cuestión de prestigio, sostienen los arqueólogos. En realidad,
fue el modelo a seguir con el templo (zigurat) como el centro de la sociedad, y
el enzi (sumo sacerdote) la máxima autoridad religiosa, política y
militar. En Sumer, el templo
centralizaba la actividad religiosa con sus sacrificios, el registro de los
contratos y archivo de las tabletas, la enseñanza de la escritura cuneiforme, y
los talleres de artes y oficios, adicionalmente se desarrollaron: la rueda y los
canales de riego, fabricación de armas, las grandes construcciones, ciudades
fortificadas, la organización social con los zigurats como centro de culto, con
la clase sacerdotal poderosa. Este sistema que estuvo vigente miles de años
finalmente colapsó.
El
libro de Daniel fue escrito 300 años después de los hechos relatados. Nunca
existió un Daniel y sus amigos en la corte del rey de Asiria. De esta forma
entendemos mejor lo dicho por Jorge Luis Borges, “la biblia es un texto de
literatura fantástica”. Otros dirán que son “fake news”.
Varios
filósofos desmintieron la Biblia, y por ello sufrieron las consecuencias:
destierro, persecuciones, etc. Principalmente Spinoza y Leibniz, criticaron las
incoherencias del texto. El mismo Lutero realizó fuertes objeciones al libro,
afirmando que las únicas partes validas eran las que hacían referencia al
Espíritu. Dado que por siglos fue el único texto religioso, no se pensó en la
posibilidad de otros textos del Medio Oriente. Esto duró hasta la mitad del
siglo XIX. Principalmente debido a la ignorancia de textos en otros idiomas,
cuando se comenzó a descubrir cómo interpretar las otras lenguas del Oriente
Medio, todo comenzó a cambiar. Son miles los textos a traducir, existen
centenares de miles de tabletas a transcribir, solamente los textos egipcios
son sumamente numerosos, que fueron ignorados considerando que eran tan solo dibujos,
hasta que se descubrió que son un lenguaje. Por ejemplo, uno de los salmos se
considera que es copia textual de un texto anterior egipcio.
El descubrimiento de la
ignorancia
Durante
la campaña de Napoleón en Egipto (1799) en una aldea llamada Roseta, los
expedicionarios encontraron una pequeña piedra que sería la llave al
conocimiento de textos antiguos. Dicha piedra contenía un texto en tres
idiomas: el primero era el jeroglífico egipcio, el segundo era en el egipcio
demótico, que es el mismo idioma, pero en cursiva, el tercero era en griego antiguo.
Claro, los lingüistas conocían el griego, pero nunca pensaron que los
jeroglíficos eran un lenguaje. La misión de descifrar los textos le
correspondió al lingüista francés Jean-François Champollion. Los tres textos
eran el mismo decreto del rey Ptolomeo V, Epífanes.
Esa
estela de granodiorita, fue la llave de mi ignorancia y posiblemente de muchos
más. Ignorancia de desconocimiento. La inscripción era del 196 antes de cristo,
el llamado periodo inter-testamentario. Los egipcios consideraban el lenguaje
una invención del dios Thoth para permitir comunicar ideas, sentimientos y
normas.
La piedra de Rosetta es un fragmento de
una antigua estela de granodiorita inscrita con un decreto publicado en Menfis
en el año 196 a. C. en nombre del faraón Ptolomeo V. El decreto aparece en tres
escrituras distintas: el texto superior en jeroglíficos egipcios, la parte
intermedia en escritura demótica y la inferior en griego antiguo.
Por
casi dos mil años el único texto en circulación fue la Biblia. Nadie podía
pensar que era una gota en un océano de textos ignorados. Las investigaciones
de sociedades bíblicas fundadas por grupos protestantes en América y Europa
nunca fueron para descubrir otros textos, sino para buscar aquellos que
ratificaran la Biblia, los otros eran dejados de lado o simplemente
destruidos.
Fueron
estudiosos alemanes que comenzaron con la critica literaria de la Biblia,
poniendo en duda muchos aspectos mitológicos. La versión King James sostenía
que la edad de la tierra comenzó 4004 años antes de Cristo. Cuando fueron
publicados estudios geológicos (Charles Lyell: Principios de Geología, 1830-33), llevando la antigüedad de la
tierra a millones de años, pensar que la creación del mundo aconteció en una
semana, comenzando en el 4004 ante de Cristo carecía de sentido. El mito del
diluvio universal, con pequeñas variaciones, formaba parte de diversos textos la
literatura del sumérica-mesopotámica. Zona que incluye dos grandes ríos que,
con exceso de lluvia, el desbordarse producían extensos campos de agua y por
bastante tiempo.
La
tesis por la cual Héctor Avalos propone la finalización de los estudios
bíblicos sostiene:
Modernos estudios académicos demostraron que la
biblia es el producto de culturas cuyos valores y creencias acerca del origen,
la naturaleza, y propósito de nuestro mundo no son tenidos como relevantes,
incluso para la mayoría de los cristianos y judíos. (The End of Biblical Studies, Prometheus
Bools, Amherst, New York, 2007).
¿Qué
valor (moral o legal) tiene hoy el relato de Moisés mirando a derecha e
izquierda y al no ver a nadie mató a un egipcio que estaba castigando a un
hebreo y lo entierra en la arena? (Éxodo 2:11-12) Hoy día se consideraría un
asesinato intencional, sin atenuantes, con posible pena de muerte en la silla
eléctrica. O el gran rey David que manda traer a sus habitaciones a Betsabé, a
quien embaraza, y para tapar el adulterio, mandó matar a Urías, el esposo,
(Samuel 11:1 a 12: 25) ¿qué gran ejemplo moral es para nuestros días? Fue la
fuerza de los profetas a favor o en contra del pueblo que modeló en cierta
forma el carácter judaico. Los profetas representan una fuerza moral de
enfrentar a los poderosos en nombre de un principio superior.
Con
respecto al Nuevo Testamento el escritor Corrado Augias pregunta al profesor
emérito de la Universidad de Torino, Giovanni Savorano: “Del punto de vista
histórico y material de su redacción, ¿qué son los Evangelios? ¿Quién los
escribió? ¿Cuándo? Repuesta:
Estamos en Italia, si nos encontraríamos
en otro país la respuesta que estoy por darle sería distinta. Italia es un país
católico. Roma es la sede del papado, los Evangelios son inevitablemente
condicionados de esta presencia siendo textos que en cierto modo fueron fijados
por la Iglesia católica como textos sagrados, o sea divinamente inspirados!
Me
contaba un profesor de traducción que si alguien viera los textos originales de
la Biblia se sorprendería notablemente, son realmente crudos. Fueron las
sucesivas traducciones a través de los siglos que embellecieron con nuevos términos
y significados alternativos, para hacerlos aceptables a las expresiones de la
época, hasta el día de hoy. Sin olvidar
que los mensajes bíblicos eran exclusivamente para las tribus de Israel. Era necesario
transformarlos en un mensaje universal aplicables a pueblos y continentes completamente
distintos. Es una maravilla que un conjunto de tribus que casi todo el tiempo
luchaban entre si, haya llegado a tal prominencia en el mundo. Sin duda la
biblia o la Torah fue un ancla que los mantuvo unidos y más que ello fue la
actitud de lectura, que dio origen a una cultura, relacionando la vida diaria
con un libro.
Muchos
conceptos están completamente en desacuerdo con las ideas establecidas hoy día,
especialmente los relacionados con los derechos humanos y el cuidado del
medioambiente. No resuenan en la conciencia colectiva. Por lo tanto, el “multiplicarse” y “sojuzgar
la tierra” (incluyendo plantas y animales) no son pocos los que consideran la
causa de los problemas medioambientales de la humanidad. Son estos aspectos que
por siglos eran inspirados, hoy son desgraciados. Los mensajes de profetas como
Isaías de hacer el bien, ayudar a los oprimidos, ser justos con los huérfanos y
ayudar a las viudas, pocas veces fueron llevados adelante plenamente. Ni
siquiera entre las mismas tribus.
Ante la
abrumadora cantidad de información desmintiendo la Biblia, los que creímos en
ella ¿qué opción tenemos? El
momento llega cuando debemos hacer frente al dilema de continuar con nuestras
creencias o, la verdad que nos propone la ciencia. Cada persona debe decidir
por sí misma.
En mi
caso considero necesario un nuevo comienzo. Dios fue el producto de la
imaginación creadora, como lo es para el arte y la ciencia. Fue el intento de
dar significado a la existencia y sus misterios, como la misma realidad que
envolvía a los sapiens trascendía su vida a eso que trascendía lo llamaron
Dios, aunque el chino Lao Tsè lo llamó “Tao”. En cada época no solo religiosos
pero filósofos y científicos dieron respuestas a lo trascendente. En esta época
en que la ciencia ha dado respuesta a muchos misterios no podemos volver a lo
mismo. Digamos que la respuesta metafísica a lo trascendente nunca satisfizo
completamente. Por ello el judaísmo prohibía nombrar el sagrado nombre de la
deidad, y en el islam no se pueden hacer representaciones del mismo. Esto es
para dejar en claro que la idea de Dios escapa a definiciones o visiones
comunes materiales.
La
segunda parte de todo texto es cuando el lector convierte la obra en algo
propio con su interpretación, con la unción con que la lee y la emoción que
trasmite. Es el lector que con su intencionalidad puede convertir el texto en
algo profano o en algo sagrado. La Biblia seguirá siendo un libro interesante
pero no más sagrado, ni verás.
Volvemos
al inicio, al período pre-religioso, pero no podemos andar a la deriva ni volver
al animismo, o sea encontrar el espíritu en cada piedra, en cada árbol, o el
los ríos, o en cada animal salvaje. El espíritu o lo encontramos en nosotros
mismos o no lo hallaremos en ninguna parte. Debemos hallar en nuestra
conciencia la raíz de lo esencial, lo sagrado del espíritu vital fuente de
armonía y bienestar. El principio de la existencia en el cual fundar nuestras
experiencias. Tampoco debemos caer en la idea de formar una religión con cada
experiencia sea de un personaje importante o no. Cada ser es su propia religión
con la cual cumplirá su propio destino.
Todos
en algún momento hemos tenido alguna sensación o experiencia de lo inefable, de
una presencia que no sabemos de qué se trata. En mi caso yo tuve tres. Una de
ellas fue tan hermosa que la experimente varios días. Y luego el recuerdo por
meses en estado de aleluya, en éxtasis sutil y profundo: fue sentirme parte de
todo el universo y todo el universo era mi ser. Podía tocar cada estrella
recorrer cada planeta y sus satélites. No había parte del cosmos que no fuera
parte de mi. Todo era hermoso y armonioso. Creo que como muchas de las
experiencias espirituales fue intransferible. ¿Cómo se hace pare trasferir lo
infinito, lo eterno, lo incomunicable que nos eleva y trasforma? Lo más preciso
es la música del silencio.
Otra
experiencia fue una sanación del vitíligo que en esa época (trabajaba en la
fábrica de automóviles Chrysler) era incurable. Ante la adversidad, mantuve la
seguridad del espíritu omnipotente en nosotros que podía transformarme, si una
circunstancia me había producido una enfermedad, el espíritu (como principio de
mi existencia) me podía rehacer de nuevo, pues la existencia posee el amor, el
elemento que une las partes opuestas para redimir y bendecir. Todo está en
nuestro ser desde el mismo origen, si algo existe es porque posee los elementos
de armonía que lo hace existir. Como
dije: cada ser es su propia religión de comportamiento puro, un comportamiento
incontaminado, un alma limpia, una mente sana, con la cual cada ser cumplirá su
propio destino. Nada relevante está allá afuera, todo está en nuestro ser,
nuestro infinito ser aquí.
©Pietro
Grieco / Agosto 4/2022
Bibliografía:
Karen Armstrong, A History of
God, Ballantine Books, New York, 1994
Avalos, Hector. The End of
Biblical Studies, Prometheus Books, Amherst, New York, 2007.
Corrado
Augias, Giovanni Filoramo, Il Grande
Romanzo Dei Vangeli, Giulio Einaudi s,p.a. Torino, 2021.
John B. Gaber, Charles B. Wheeler, Anthony D. York, “The Bible as Literature, An Introduction”
Oxford University Press, New York, 2000.
La Bibbia di Gerusalemme, Centro Editoriale
Dehoniano, Bologna/Trento, 2020.
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