Después de mi blog Morir en Jerusalén, unas semanas atrás, la violencia se extendió a
Gaza. Me sentí triste, realmente triste. Palabras de amor y comprensión parecen
una indecencia en medio de tanta muerte. No se trata de quien tiene razón, pues
la razón (como demostró el filósofo Kant), es insuficiente para comprender la
realidad. El legítimo derecho a defenderse de Israel, expresadas por Peter
Lerner, el vocero militar parecían razonables.
Pero los tremendos excesos, hace que
Judíos y no judíos, incluyendo al Secretario General de las Naciones Unidas,
estén clamando por lo que se considera una masacre de civiles, en especial
niños, sin ninguna relación con objetivos militares. Quisiera plantear hechos,
tan objetivamente como la información me permita, para pasar, al final, al
enfoque espiritual de este blog.
Nadie puede negar el derecho a
defenderse destruyendo lo que se considera una amenaza. Pero eso no significa
arrogarse el derecho a masacrar niños en una playa, donde no había ni túneles,
ni lanza misiles, como tampoco los había sobre una azotea en la que jugaban
niños, ni en los hospitales, ni en el principal mercado lleno de gente, la
universidad, ni en las escuelas de las Naciones Unidas, ni en centros
religiosos como la Iglesia cristiana a cargo del sacerdote Jorge Hernández, que
atendía a niños discapacitados. No podemos negar que, posiblemente, producir
víctimas sea parte de la estrategia de Hamas, pero lo increíble es que Israel
contribuya a la misma. Ante los cuestionamientos, las autoridades israelíes dijeron
que investigarían cada hecho. Nunca informaron nada. Tampoco es posible
condenar a unos y otros, de acuerdo con la información periodística que puede
estar manipulada. En una guerra lo primero que sufre es la verdad, a través de
la desinformación sistemática. No somos jueces. Pero cada uno de nosotros
debemos mantener sus principios, uno de ellos
es que todo individuo o comunidad es responsable de sus actos y deberá
responder ante la justicia por ellos.
Siempre sentí que en Palestina se
produjo una arbitrariedad de origen. Después de dos mil años, los israelíes,
habiendo pasado por persecuciones y el holocausto, las naciones de occidente en
un acto de justicia y bondad, le garantizaron a través de las Naciones Unidas,
en 1948, un lugar soberano en Palestina. Pero ya se sabía que, con millones de
personas, yendo al nuevo estado surgirían conflictos con los habitantes del
lugar. Pese a ello nunca se proveyó de soluciones a los palestinos. Esta
inequidad inicial produjo constantes discordias, por ser dos pueblos sobre el
mismo territorio. De este hecho no es culpable Israel ni los palestinos. Pero
viendo las consecuencias, y habiendo pasado por el holocausto, sería un gesto
elevado de Israel hacer que las Naciones
Unidas otorguen a los palestinos los mismos derechos y obligaciones.
Por las tensiones internas y externas,
entre israelíes y palestinos, han reaparecido, en ambos bandos, los neo-zelotes
(sectarios que buscan soluciones mediante la violencia). El
conflicto parece una constante respuesta machista: el uso de la fuerza, como
única respuesta. ¿No es extraordinario ignorar el elemento femenino? Falta
el amor a la vida, a los hijos, la ternura, la compasión, y la practicidad para
una solución permanente y segura para las familias. En vez se va tras
soluciones para consolidar poder político y satisfacer intereses armamentistas. Este es un aspecto central. Alguien podría pensar que
esto afecta sólo a la comunidad musulmana. Fue sorprendente leer sobre cómo las
mujeres son discriminadas y abusadas en el mismo ejército de Israel. Véase el
trabajo publicado en el Washington Post
el 24 de julio 2014, por la periodista Yael Even Or, con el apoyo de una larga
lista de firmas de mujeres reservistas, que se niegan a participar de la
guerra. Su visión es más humana, sabia y comprensiva de la mayoría de los
argumentos conocidos. La petición de las reservistas también puede verse en el
sitio: Lo-Meshartot.org. La paz deberían negociarla las mujeres.
Para la solución de las desavenencias, hay que escoger un método no violento de resolución de
conflictos. En este sentido Martin Luther King enfatizó: “La humanidad debe
emerger de todo conflicto con un método que rechace la venganza, la agresión y
la represalia”. Un sistema aplicable podría ser el propuesto por Marshall B.
Rosenberg, Ph.D., llamado NVC (por Non
Violent Communication). Rosemberg no entendía el porqué, otros niños le
pegaban, hasta que comprendió que era por ser judío. Esto le impactó de tal
forma que, de adulto, estudió psicología para discernir qué empujaba a personas
golpear a otra sin saber quién era. Con el tiempo elaboró un procedimiento para
entenderse con sus opositores. Lo practicó en Estados Unidos y otros países del
mundo, incluso entre los palestinos. El principio fue recibido con cierta resistencia.
Esforzándose por comprender sus necesidades y sus sentimientos logró un
acercamiento con gente de Gaza. Finalmente lo invitaron a comer a sus casas. Véase su libro “Speak Peace in a
World in Conflict” www.PuddleDancer.com. Puede utilizarse
cualquier otro método aceptable para las partes. Pero es imprescindible acordar
un protocolo, que actúe como una guía o camino que conduzca a la paz. También
hay que reiterar que si una persona hace un acto dañino, no nos obliga a
nosotros a realizar lo mismo. El ojo por ojo y diente por diente es puro
salvajismo. No llevarse bien es una enorme pérdida de energía y recursos.
Muchos países del mundo han tenido que
hacer frente a acciones subversivas, y las superaron mediante la ley y la
justicia. Nunca matando inocentes por centenares e hiriendo a miles. Medios
impuros contaminan los fines y los hacen inalcanzables. No soy el único
en sentirme triste. Daniel Barenboim, conocido director de orquesta (Divan) y
Mensajero de la Paz para las Naciones Unidas (con pasaporte israelí y
palestino), dijo en un comunicado publicado en diversos diarios del mundo:
“Escribo estas líneas con pesar en el corazón, ya que los acontecimientos
durante las últimas semanas han confirmado mi convicción de larga data, de que no
hay solución militar para el conflicto israelí-palestino”. La propuesta de
Barenboim consiste en manifestar empatía o compasión
mutua. Compasión, que en este caso, no se refiere a un sentimiento de
comprensión psicológica, sino de una obligación moral.
Únicamente entendiendo el dolor del otro
y lo que le hace sufrir, podemos ayudar a aliviar dicho dolor y avanzar uno
hacía el otro.
Como sostenía Gandhi nunca hay que
reaccionar contra la violencia pero tampoco ceder ante la injusticia. Sin
justicia no hay paz válida. Debemos estar conscientes de que una vez que comienzan
acciones violentas, las muertes de inocentes pueden llevar a ser tipificadas
como crímenes de lesa humanidad. Por
ello todos los hechos, incluso los políticos, deben ser analizados y juzgados
por un tribunal internacional independiente. Resulta imprescindible
buscar caminos de armonía, para vivir en paz
Einstein dejó algunas enseñanzas
aplicables: Una es que la mente que produce el problema, no puede dar la
solución. Por ello mi propuesta de que sean mujeres las que negocien la paz. El
otro concepto sabio es que si pensando como pensamos (ojo por ojo, diente por
diente) llegamos donde estamos (el conflicto constante), ¿qué nos hace pensar
que pensando igual, llegaremos a otro resultado? Por ello si los bandos en
conflicto no lograron una armonización de intereses, la comunidad de naciones
debe hacerlo como lo hizo en 1948. Se requiera coraje, humildad y determinación
para llegar a un entendimiento. Aunque no sea por amor ni una obligación moral,
debería serlo por la simple comprensión de evitar el aniquilamiento mutuo. Las
armas futuras serán cada vez más sofisticadas y poderosas. Y puede llegar el
momento en que coloquen (mediante robots o drones) una bomba atómica de
bolsillo, bajo la cama de la máxima autoridad enemiga y hacer desaparecer a
toda una ciudad. Drones indetectables pueden ser más económicos y eficaces que
construir túneles. El precepto de negociar con el enemigo mientras estamos a
tiempo, está más vigente que nunca. Pasemos ahora al enfoque espiritual.
El enfoque espiritual
El gran culpable de muchos problemas es
nuestra mente. Dijo el Dalai Lama: Nosotros
tendemos a ser controlados por nuestra mente, siguiendo su sendero egocéntrico.
Por lo tanto para lograr una perspectiva espiritual es necesario dejar de lado
nuestra avaricia, nuestras ambiciones, los deseos de todo lo mío, mío, mío de
la mente, excluyendo, de esa forma al prójimo, que conduce irremediablemente al
sufrimiento. Para pasar de lo mío a “lo nuestro” incluyendo al prójimo, debemos
hacerlo desde la perspectiva divina o universal. Hay diversos procedimientos de
control de la propia mente, como los recomendados por el Dr. Alexander Bain y
sus seguidores. O seguir procedimientos miles de años más antiguos, como la
meditación y la contemplación. Un procedimiento simple es reemplazar los
pensamientos de superioridad por pensamientos de humildad, los de odio por los
de amor, los de agresión por los de no violencia, y así sucesivamente. Esto nos
libera del sufrimiento causado por nuestras acciones o las de los demás. De los
profetas y yoguis nos viene el mismo concepto: todos somos uno en la Divinidad.
Por ello es necesario elevarse y pensar
espiritualmente. Lo cual es lo opuesto de lo que puede ser una estrategia de
guerra sin solución. En primer lugar, (y esto lo aprendí trabajando en
prisiones de máxima seguridad), nunca miramos a nuestro prójimo como un ser
malo, dañino o perverso. Lo contemplamos como un ser divino, inocente, amoroso
y puro. Esto no es ser naife, sino porque esto es lo que queremos que se
manifieste. Este aspecto lo descubrió Nelson Mandela en su lucha para
solucionar el problema del apartheid en Sud África: Pensar muy bien de las personas a menudo les permite comportarse mejor
de lo que harían de otra forma. Jack Kornfield sostiene que esto tiene
efectos sorpresivos. La práctica espiritual puede ser muy simple: Contemplar
con los ojos de la compasión y actuar
con nuestra intención más sabia. (After
the Extasy the Londry, 253). Esto conduce al perdón y la redención.
Para que haya paz debe primar la
justicia, sin justicia no hay paz posible. Pero para ello primero debemos lograr
la paz en nuestra conciencia, estar en paz y manifestar paz.
Debe reconocerse
la existencia del otro, comprender sus necesidades y sus sentimientos: debe
existir equidad y generosidad en las concesiones, debe renunciarse a la
violencia para la solución de las disputas y aceptar o designar tribunales arbitrales si es
posible sin relación con las partes, cuyos miembros sean de países alejados.
Hay que pensar diferente para producir resultados diferentes. Una mente
armoniosa es calma y amorosa, no daña a nadie pero bendice a todos. La
meditación hace que le mente adquiera hábitos virtuosos de pensar. La empatía y
la compasión son naturales para todo ser humano que desea vivir en armonía.
Síntesis:
1 Corregir el problema de origen. Las Naciones Unidas deben otorgar a los
palestinos los mismos derechos y obligaciones que Israel.
2 Hacer a todo individuo o comunidad responsable de sus actos violentos, por
los que deberá responder ante la justicia.
3 Los hechos deben ser juzgados por un tribunal internacional independiente.
4 Incorporar el elemento femenino con su visión para la
negociación y para la solución de problemas de todos los días.
5 Adoptar un método no violento de
resolución de conflictos.
6 Recordar que medios impuros contaminan los fines y los hacen inalcanzables.
7 Pensar en forma elevada.
Controlar la mente egocéntrica. Nunca odiar y manifestar empatía y compasión mutua.