¿Cómo pudo un individuo condenado a muerte por subversivo salir de la
cárcel luego de 27 años, con una sonrisa, ser respetado por sus enemigos,
llegar a la presidencia de su país, eliminar la barrera de discriminación entre
razas (Apartheid), lograr la integración de todas las etnias y la admiración
del mundo entero? Parece imposible, pero Mandela lo hizo. Fue presidente por un
período y se convirtió en el estadista más amado del mundo. Fue conmovedor ver
en sus funerales a personas de todos los continentes expresar veneración por
este hombre, que en vida se había convertido en un mito de integridad y
sabiduría política.
Es tan excepcional que muchas personas se han preguntado
¿cómo surgió un hombre con semejantes cualidades superlativas? Por ejemplo el filósofo Santiago Kovadloff,
en un bello texto titulado “El hombre que
vino del futuro” (La Nación, 17-12-13) dijo: “Sobre él se sabe todo. Sólo
una incógnita subsiste. ¿Cómo fue posible un hombre semejante? ¿Qué alquimia
misteriosa produce la aparición de espíritus como el suyo?” Mi convicción es
que Nelson Mandela desde una mísera prisión desarrolló la energía interior que
lo elevó a estar en contacto con Dios, El Futuro, y con esa energía del
Espíritu transformó el presente. ¿Cómo lo hizo? Veamos.
En la cárcel se eliminan muchos de los “ruidos” externos que
constantemente distraen la mente, para concebir y percibir el futuro con
claridad. Fue semejante a “la experiencia del desierto” de los profetas, o del silencio en la soledad para los yoguis
en las cuevas del Himalaya. Soledad para conquistar el silencio interior y
dejar que hable el espíritu directamente a la conciencia. El silbo suave y
silencio del que habla la Biblia. En esa circunstancia Mandela recordó la lucha
en esa misma tierra de Mahatma Gandhi (a principios del 1900), contra la
discriminación utilizando la no-violencia. Halló inspiración es ese ejemplo
formidable. Al mismo tiempo, con la mente en paz se liberó del foco de atención
transitorio del presente y se expandió en el tiempo y el espacio. La visión
profética fue siempre traer el futuro al presente. Como dije “El futuro no es
una dimensión del tiempo ni del espacio, es una dimensión que trasciende lo
humano, es una manifestación de la Divinidad, que permite afirmar que Dios es
Futuro” (Dios es Futuro, pág. 11)
¿Qué produjo el cambio? Sabemos por su biografía (autorizada)
escrita por Anthony Sampson que dio prioridad a los aspectos interiores de su
ser: la honestidad, la sinceridad, la simplicidad, la pureza, la generosidad,
la ausencia de vanidad, la prontitud para servir al prójimo —todas cualidades
al alcance de cada individuo— y que son el fundamento de la vida espiritual. Todos
podemos hacer lo mismo.
Sus propias palabras indican la estricta disciplina que utilizó
en la cárcel, pues es lo que recomendó, por
escrito, a su esposa
Winnie cuando cayó presa:
“Vas a
encontrar que la celda es un lugar ideal para conocerte a ti misma, para buscar
realística y regularmente los procesos de tu propia mente y de tus sentimientos.
Al juzgar nuestro progreso como individuos tendemos a concentrarnos en los
factores externos tales como nuestra posición social, influencia y popularidad,
riqueza y el nivel de educación… pero los factores internos pueden ser más
cruciales para determinar nuestro desarrollo como seres humanos.” Y más
adelante dice: “Por lo menos, si no es por ninguna otra cosa, la celda te da la
oportunidad de mirar diariamente en toda tu conducta para superar lo malo y
desarrollar cualquier cosa que es buena en ti. La meditación regular de unos 15
minutos diarios antes de emprender una acción, puede ser fructífera en este
respecto.” Y, claro, no le ocultó a su
esposa las dificultades en este nuevo camino: “Puede que encuentres difícil al
inicio extraer los factores negativos de tu vida, pero al décimo intento puede
que obtengas los resultados. Nunca olvides que un santo es un pecador que
continúa intentándolo” (Mandela The Authorised Biography, por Anthony Sampson, pg
252).
Se sabe que Mandela estuvo en contacto en varias
oportunidades con Sri Chinmoy, quien poseía un centro en Sud África. Por lo
tanto meditar, aunque fueran 15 minutos todos los días antes de emprender una acción, fue
el gran secreto de Mandela.
¿Qué hace la meditación? Primero calmar le mente, aquietarla
y hacer surgir los pensamientos a la luz sin juzgarlos ni rechazarlos,
simplemente reconocerlos. La meditación hace contemplar a la propia mente con
el propósito de purificarla de malos pensamientos, actitudes y sentimientos,
reemplazándolos por los buenos. Por lo tanto la lucha de Madiba fue contra un
ejército, no de individuos con armas de fuego, sino de un ejército de malos
pensamientos. Con ese proceso de limpieza mental se liberó del resentimiento y
del odio. Produjo su transformación espiritual. Percibió otro futuro. Ganó su
propia paz. Se hizo libre en la cárcel.
Superó los prejuicios, el pensamiento perverso del “otro” por
uno de bondad y valoración. Aprendió a perdonar y a ser magnánimo. Lo hizo sin dobles intenciones ni tonterías. Hizo
algo extraordinario: convirtió a los
enemigos en amigos.
En 27 años de prisión, a través de la meditación, Mandela
produjo una transformación interior que se reflejaría en su vida exterior y en
su enfoque político. Su rostro en diversas publicaciones de la década de los
60s era severo. Tuvo que vencer su propio carácter y sus pasiones agresivas.
Cuando salió en libertad su rostro se había suavizado y en vez de un rictus
había una sonrisa.
No había abandonado sus ideales ni su lucha. Comprendía que
la injusticia disminuye si no se crea más injusticia matando o dañando a otras
personas. Para que un gobierno multirracial tuviera éxito la justicia debía
incluir a todos. El progreso no consiste en quitarles a unos para darle a
otros, consiste en que todos tengan las mismas posibilidades de desarrollar su
potencial de inteligencia, arte y compasión. La libertad debe ser para todos,
con el derecho de ser respetado respetando al otro.
Utilizó la imaginación creadora para ver un futuro que
brindara libertad de conciencia e inclusión a cristianos de todos los credos, a
musulmanes, hindúes, animistas y personas de cualquier creencia.Él, como ya sostuve,
tenía un entendimiento claro de que en todos los seres humanos se halla la
gloria del Principio de la Existencia. O sea la manifestación de la divinidad
en el hombre que adquirió distintos nombres: El Atman hindú, la Shekinah judaica,
la esencia del Cristo, del cristianismo. En la moderna literatura espiritual simplemente
la “Presencia”. Pues bien es esa Presencia divina la que hay que redescubrir y
hacer brillar pues esa luz nos ilumina la conciencia por dentro y, al
reflejarla, enciende la misma luz en los demás seres. Así multiplica su poder.
Desde esa presencia luminosa se aprender a perdonar, primero
a uno mismo y luego a los demás. Dejar atrás el rencor, y amar compasivamente. Las
circunstancias, con sus injusticias, ya no se le imponían, Madiba imponía su
visión de futuro a las circunstancias.
Como él, debemos lograr el discernimiento de que todos los
seres poseen en sí la gloria de Dios y trabajar con todos los medios posibles:
pensamiento, oración, meditación, contemplación, hasta el enojo y las lágrimas
en busca de la luz interior. Cuando logramos que brille, aunque sea un poco,
será como una vela que se enciende y con ese poco se puede encender otra vela y
otra y otra y así sucesivamente. Entonces la luz será enorme. La simple presencia de una persona calma, con
paz en el corazón y una conciencia pura transmite esa luz a su alrededor y hace
libres y felices a otros. El “otro” es un ser con sus posibles fallas, pero es
un ser humano que también quiere la justicia y la seguridad de que será
respetado. Esta comprensión de los demás y de uno mismo, prepara la conciencia
para sembrar pureza, paz, claridad, y amor.
En vez de perder tiempo con cosas negativas que no conducen
al bienestar y no sirven para nada, hay que ser prácticos, cambiar y sembrar en
la conciencia semillas positivas de serenidad, de no violencia y de
comprensión. Quien no agrede mentalmente no es
agredido. Quien no se enoja no
tiene nada que temer.
Podemos ser prácticos: regalar una planta viva, para un
vecino con quien no nos hemos llevado bien o regalar una planta de flores a un
enemigo para mostrar buenos deseos y crear una atmósfera positiva. Por ejemplo
los israelíes podrían regalar una planta de olivo o de almendro o una palmera
datilera a los palestinos y viceversa. Una plantita vale centavos, pero como
tomar un puñado de sal por Gandhi, o invitar al carcelero a la asunción
presidencial por Mandela, tienen un valor simbólico enorme. Crea otra atmósfera
emocional, diferente a tirarnos piedras o bombas. Con ello es posible esperar
un cambio de corazón que haga de la tierra un digno y bello lugar para vivir.
Para el año próximo ¿qué sembramos hoy para tener una buena
cosecha de alegría, felicidad y armonía? ¿Qué sembramos en nuestra conciencia?
En esta siembra espiritual, si sembramos cosas nobles cosecharemos cosas
nobles. Si sembramos pensamientos puros cosecharemos cosas puras. Cada
meditación es para establecer en la conciencia estas semillas. No es trabajo de
un instante, las semillas requieren preparar el campo y evitar que lo invadan
las malezas de la desidia o la cizaña de mala voluntad, las malas hierbas que
ahogan y frustran a las buenas semillas.