21 de febrero de 2014

VIVIR EN EL PODER DEL AHORA O EN EL PODER DE MAÑANA - II Parte

   Como mencioné en el blog anterior, desde hace unas décadas, se puso de moda repetir que hay que morar en el “Ahora”. Esto no es nuevo. Desde la antigüedad, hubo personas que insistieron en que hay que morar en el supuesto único tiempo que existe: el presente, pues el pasado ya se fue y el futuro no llegó. Parece simple y convincente, pero es falso, de igual manera que la tierra es plana y las paralelas nunca se cruzan.  Esta creencia proviene de una observación pesimista, en cuanto a que la
existencia es sufrimiento. 

Por lo tanto, el pasado viene lleno de remordimientos y amarguras, y el futuro —dado que hay que sufrir—, traerá mucha angustia. 


  Pero ¿qué sucede si el pasado trae bellos recuerdos y el futuro promete experiencias plenas de felicidad? 

El argumento carece de validez, especialmente cuando el pasado fue muy bueno y el futuro promete ser aún mejor.

  Vivir ciegamente en el ahora, como quien vive en una burbuja de fantasía, ha sido refutado muchas veces a través de diversos argumentos. 
  Una fábula de Esopo reiterada por La Fontaine y Samaniego, es clara para entender la tontería de pretender vivir clavados en el ahora. La misma se refiere a la cigarra y la hormiga. La cigarra vive ciegamente en el “poder del ahora”. Segura, en el supuesto único tiempo, canta durante el verano. La hormiga, al saber que en el invierno no tendrá el mismo alimento, labora acumulando para el futuro. Cuando finalmente el invierno llega y la cigarra recurre a la hormiga, ésta le niega el alimento, pues si le da no habrá suficiente para las dos. 
                                             
De esta forma la cigarra paga con su vida al morar   tontamente en el ahora.
    El profesor Robert Grudin, en su libro El Tiempo y el Arte de Vivir, sostiene: “La inmediatez física del presente —su insistente, casi prostituida disponibilidad— tiende a oscurecernos su identidad más espiritual, la cual es única y frágil y maldita y condenada a morir. El presente es una princesa condenada, elegante e impresionantemente hermosa quemando el final de su vida con la falsa apariencia de una chica escandalosa. Ella está siempre a nuestra disposición para tomarla, así y todo aceptamos esta invitación demasiado seguido; e incluso aceptándola a menudo raramente comprendemos que no hemos hecho una conquista material sino más bien contactamos con un espíritu soberano, entramos en un dominio de ser cuya luz y poder transfigura todos los otros elementos” (p. 187/8). 



Este es el problema o paradoja del presente: el de transfigurar los otros elementos, cegando la percepción de otros sistemas de coordenadas con sus tiempos propios.

  Sabemos que el cerebro está localizado en el tiempo y el espacio. La mente, en cambio, es “no local” o sea no está limitada al espacio ni al tiempo. Esto explica por qué hay personas que dicen conocer su pasado remoto y hace regresiones, y otras que han tenido visiones de lo que sucederá en el futuro. Más que viajar en la flecha del tiempo, lo que sucede es que la mente abarca todas las dimensiones, y puede situarse en cualquiera de ellas. Muchas  personas cuentan que han visto y vivido el devenir. Hay millones de casos de personas que han tenido experiencias fuera del cuerpo (OBE) y otras que han muerto y han regresado de estas experiencias cercanas a la muerte (NDE). Toda esta actividad mental ocurre mientras el cuerpo continúa donde está.

Andrew Tomas en La Barrera del Tiempo, (Plaza y Janes, Editores) cuyo título en inglés es mucho más interesante: Beyond the Time Barrier, o sea Más Allá de la Barrera del Tiempo, cuenta:
El doctor J. Forbes Winslow, en su libro Las enfermedades oscuras del espíritu, cita un hombre que desde lo alto de un barco cayó al mar y se estuvo ahogando durante dos minutos, antes de que llegara el equipo de salvamento. Sus sensaciones están así consignadas: “De este modo, viajando desde atrás, cada incidente pasado de mi vida parecía fulgurar a través de mi memoria en un orden invertido, no sólo en sus grandes líneas, sino formando un cuadro completo con todos sus detalles; en una palabra, el conjunto de mi existencia parecía colocada ante mí como una especie de vista panorámica.
Unos años atrás, en Moscú, un ingeniero —relación del autor— fue derribado y herido en el Metro. En algunos segundos se sucedieron en su mente, con todos sus detalles, los episodios de su larga existencia.
No distinguía si recorría su vida a una velocidad fabulosa, o si los hechos, desde la infancia hasta el día del accidente, aparecían juntos como en un vasto fresco.
En ambos casos, como en muchos estudios psicológicos sobre los sueños, los hechos, que en las coordenadas de referencia espacio temporal duran años o toda una vida, ante la conciencia no tienen duración y pueden contemplase como un fresco, al unísono, puesto que en la conciencia el tiempo no existe, es un concepto relativo pero nunca un objeto. Por ello cuando nos invitan a algo que no nos interesa, decimos “No tengo tiempo”, pero si es algo que nos agrada en gran manera, vamos, pues previamente decidimos “hacernos el tiempo”. Para lo que nos gusta o consideramos importante, nos “creamos tiempo”.  

  Por ello, a la felicidad se la considera íntimamente ligada a nuestra actitud respecto al tiempo. Las personas felices parecen completas en el presente, alegres,.., en vez de agobiadas por remordimientos del pasado o ansiedad por el devenir. Dan la apariencia de permanencia y consistencia. Robert Gudin sostiene: “Aman experiencias pasadas y el hacer planes; hablan del pasado y del futuro, no como contextos externos, más bien como…, la quieta extensión de su propio ser. Uno casi siente que sus vidas poseen un tipo de eternidad calificada: que pasado y futuro, nacimiento y muerte, se encuentran como en la unión de un círculo (188)”.  La extensión del ser no es a nivel físico sino espiritual. La intención de Grudin es sugerir elevados niveles de percepción e integridad. Por encima de todo estar despiertos, alertas a la verdad de nuestros propios pasados y futuros, así como el presente. Con lo que reitera lo que ya dijera el filósofo romano nacido en Córdoba. La vida no es breve, la hacemos breve cuando no vivimos sabiamente.  

  Las fórmulas de Lorenz (y Einstein) sobre la contracción del tiempo permiten predecir lo que ocurrirá en el futuro de los viajes espaciales. Andrew Tomas da el ejemplo del astronauta (de 25 años) que viaja a la estrella Vega. Al regresar a la tierra en 14 años (según su sistema de coordenadas), ahora tiene 39 años y se encontrará que su esposa (de la misma edad cuando salió de viaje), que ¡tiene 90 años! En grandes distancias y a velocidades cercanas a la luz, como ya habíamos visto el tiempo se contrae y corre mucho más lento. Otra paradoja. Si una persona gana 1000 unidades de dinero por el trabajo de un día de 24 horas, o sea por una rotación de la tierra, pero si viaja como astronauta y da 16 giros alrededor de la tierra, ¿debe cobrar 16000 unidades? Si el proceso de contracción se podría replicar en la tierra (como se hace con la falta de gravedad) ¿la gente podría vivir muchos siglos? A medida que elevamos la conciencia y abrimos posibilidades a la mente tendremos un dominio cada vez mayor del tiempo, hasta que el dios Cronos deje de gobernarnos y comience a ser nuestro servidor.

  Como vimos en el blog anterior Einstein sostuvo y demostró, que “Cada cuerpo de referencia (sistema de coordenadas) tiene su tiempo propio; una indicación de tiempo sólo tiene significado cuando indica el cuerpo de referencia al que se refiere.” En los textos sagrados de la India  y judeo-cristianos el tiempo se lo consideraba relativo. La Biblia dice que: para Dios un día es como mil años, y mil años como un día, (2 Pedro 3,8). O sea que, teológica y metafísicamente, el tiempo no es absoluto. Como seres espirituales o expresiones de un Ser Trascendentes manifestamos esa cualidad de trascender las dimensiones espacio-temporales. Esto sucede naturalmente durante el sueño, en plena meditación o durante estados místicos. Einstein dijo: “La emoción más completa y más bella que podemos experimentar es la sensación de lo místico.

Es la simiente de toda verdadera ciencia” (citado por Andrew Tomas, p. 39). En esos estados es posible percibir toda la realidad y las leyes científicas que la rigen. En mis pocas y breves experiencias de este tipo me fue posible experimentar el universo como un todo y mí ser en armoniosa unidad con ese todo. Aquellos que lo vivieron dicen que es muy bello.

    El ser espiritual, como pura conciencia, no está restringido ni preso en un eterno ahora, es libre, completamente libre como puede concebirlo y puede moverse en todas las dimensiones y en cada caso morará donde siente que es apropiado para cada situación. Muchas circunstancias espaciales son restrictivas, no podemos extender una pared, ni elevar el techo donde vivimos, ni reducir el océano, son dimensiones dadas, pero el tiempo propio podemos determinarlo y utilizarlo a placer: dormir poco o mucho, leer una hora o dos, caminar toda la mañana o la tarde, ir a charlar con amigos o practicar un deporte. El tiempo, bien empleado, brinda libertad y creatividad para recrearnos y recrear el mundo. Aprovechando las lecciones del pasado, y desarrollando la visión de futuro, vivimos el presente con armonía.

  Reitero lo dicho en el blog anterior: El ser espiritual no mora en el pasado, el presente ni el futuro, mora en la intemporalidad de la conciencia, la cual, como fundamento último del ser, es puro espíritu. Posee la libertad de situarse donde desee. Las dimensiones espacio temporales definen coordenadas específicas al movimiento del cuerpo y al cerebro, pero no se circunscriben a la conciencia y a la mente. Por el contrario es la conciencia que abarca las dimensiones espacio-temporales y hace que la mente se mueva y sitúe en las coordenadas que elige. Es durante los estados místicos cuando la visión de la conciencia abarca con claridad todas las dimensiones y la mente las recorre y razona con ellas.
  
  Así como la teoría de la relatividad nos liberó del tiempo newtoniano absoluto (igual en todas partes) la concepción espiritual nos libera de la esclavitud del tiempo sujeto a coordenadas espaciales, y nos abre la posibilidad de vivir un día como mil años y mil años como un día. 
©Pietro Grieco


31 de enero de 2014

VIVIR EN EL PODER DEL AHORA O EL PODER DE MAÑANA



  En materia espiritual hay conceptos que, por su repetición, se convierten en moda. Mantras sagrados repetidos sin pensar, como si fueran verdades  evidentes de por sí. En este texto y el siguiente deseo refutar que: “Hay que morar en el ahora, pues el presente es el único tiempo que existe”.  

  El énfasis de vivir en el presente (se dice) es para evitar los remordimientos del pasado, saber dejarlos ir. Claro, tampoco morar en el futuro pues angustia pensar qué nos puede deparar. He leído, hace unos días, en una columna de espiritualidad iniciar con: 
“La eterna amenaza del futuro”
(Infobae 28-1-14), como si el futuro fuera un monstruo amenazante. Y, de esa forma, forzar la conclusión sobre la importancia de morar “en el ahora”. Afirmación sin fundamento, puesto que hay consenso científico en que si comparamos la calidad y promedio de vida desde la antigüedad al presente, la situación humana siempre evolucionó favorablemente. Además a muchas personas les place recordar con afecto el pasado, asi como pensar en sus planes, sus proyectos y sus metas en el futuro.

  De los griegos nos vienen dos posiciones filosóficas opuestas respecto al tiempo, la “estática” (de Zeno y Parménides), que sostiene que elcambio temporal es una ilusión; y la “dinámica” opuesta a la posición anterior  (de Heráclito y Aristóteles), en la cual el tiempo es un constante fluir. Una definición filosófica actual indica que es la dimensión del cambio, para distinguirla de las otras tres dimensiones del espacio.

  En la cosmología de Newton, de un universo mecanicista, el tiempo era absoluto. Una hora era una hora en cualquier lugar del universo. La teoría de la relatividad vino a cambiar las cosas, al demostrar que algunos hechos son del pasado y otros del futuro sin importar el marco de referencia. Además las leyes fundamentales de la física son reversibles, o sea,  la materia puede transformarse en energía y viceversa.

  Como el universo determinista y absoluto newtoniano fue reemplazado por la teoría de la relatividad, el concepto del tiempo absoluto, como el metro absoluto han dejado de serlo. No debe llamar la atención que el eterno “presente ahora”, haya perdido su encanto. Albert  Einstein en el capítulo 9 de su obra “La Relatividad”, explica:

Cada cuerpo de referencia (sistema de coordinadas) tiene su tiempo propio; una indicación de tiempo sólo tiene significado cuando indica el cuerpo de referencia al que se refiere.
Antes de la teoría de la relatividad, la física suponía siempre tácitamente que la indicación del tiempo tenía un valor absoluto, es decir, que era independiente del estado de movimiento del cuerpo de referencia.

  Un ejemplo ayudará a entenderlo. Para una persona parada en una estación y otra viajando en un tren, el tiempo corre de manera diferente. Un rayo que cae delante del tren será visto primero por el pasajero que camina en el tren y se acerca al lugar del fenómeno, mientras que el individuo parado al costado de la vía, el tiempo será más extenso. Veamos otro ejemplo.

  Supongamos un tren de algodón, a medida que avanza la presión del aire y del viento harán que el tren se encoja. A medida que incrementa la velocidad, más se contraerá. Si en el tren hay relojes también de algodón, se irán encogiendo con lo cual las manecillas se harán más pesadas e irán más lentas. El tiempo será más lento.  Esto explica por qué un viajero espacial, que deja en la tierra a su mellizo, luego de un tiempo al regresar será más joven que su hermano. Para él el tiempo corrió más lento y fue más breve. Es paradójico, pero (en igualdad de condiciones), un individuo parado envejecerá más rápido que uno en movimiento. Einstein también explicó el concepto subjetivo y relativo del tiempo con el ejemplo de que breves momentos en un incendio puede parecernos una eternidad, mientras que en una reunión con amigos, el tiempo pasa volando y, por ende, parece más breve.

  Es claro que esto no es nuevo. Séneca, en su magnífico escrito “Sobre la Brevedad de la Vida”, sostiene que no es breve la vida, sino que los hombres la hacen breve por no saber aprovecharla. Para evitar que el tiempo parezca breve, cada individuo debe aprovechar su tiempo propio viviendo con intensidad, reflexionando sobre la misma, pues como dijo Sócrates, una vida sin análisis no merece ser vivida. O sea hay que saber utilizar el tiempo para que no se nos escape como agua entre los dedos.  En síntesis: 
 “Para Séneca, aquel que mejor vive la vida, es el sabio, ya que recuerda sabiamente el pasado, sabe aprovechar el presente y dispone [de] el futuro. Esta unión de los tres tiempos, hace posible que la vida del sabio sea larga; y muy corta la de aquellos que se olvidan del pasado, descuidan su presente y miran al futuro con miedo y temor”  Wikipedia Org.

  Filosóficamente la idea de morar exclusivamente en el “tiempo presente” fue rechazada. Dado que, cuando se dice tiempo presente, ya pasó debido al retraso de los sentidos en percibir los hechos. Humanamente el tiempo presente siempre es pasado. La neurociencia nos dice que los humanos no viven en el momento de los hechos pues el cerebro tarda en organizar la información del sonido que viaja mucho más despacio que la luz. Eso se ve claro en las entrevistas televisivas cuando el entrevistado se encuentra en un lugar alejado del centro de noticias. Se hace evidente que el cerebro no puede procesar la imagen (luz) y la voz (sonido) en forma simultánea. Descubriéndose así el engaño del llamado tiempo presente. Otra observación es que el tiempo puede estirarse, debido a que la memoria retiene más los hechos nuevos o más intensos. Por lo tanto a los que experimentan hechos nuevos, les produce la sensación de que han vivido más. Esto sucede durante las vacaciones como en la infancia. El tiempo parece más largo o extenso porque todo es nuevo.

  En materia espiritual hay que evitar caer en posiciones absurdas impuestas por las corrientes de moda como vivir en el “Poder del Ahora”. Nada es más efímero que el tiempo presente. Cada individuo debe morar en el tiempo propio que le corresponde.

 




El ser espiritual no mora en el pasado, ni el presente, ni en el futuro, mora en la intemporalidad de la conciencia, la cual, como fundamento último del ser, es puro espíritu.

Posee la libertad de situarse donde desee. No es que las dimensiones espacio temporales circunscriban a la conciencia y a la mente, simplemente la mente las abarca y razona con ellas en la conciencia que todo lo permite y registra.


En el próximo blog profundizaré estos conceptos para que no queden dudas.



©Pietro Grieco

31 de diciembre de 2013

GRACIAS

      

    Gracias queridos lectores por seguir estos textos y enviarme vuestros comentarios. Debo confesarles que tuve mis dudas para comenzar esta forma de comunicación. Muchos amigos me insistieron en usar las redes sociales para difundir espiritualidad y hacer conocer mis escritos. Resistí por años. Finalmente, El Blog comenzó con unos pocos seguidores que fueron incrementándose hasta llegar a centenares y centenares que lo leen y me hacen saber sus inquietudes y enfoques. Muchas gracias a todos y en especial a Bianca por su persistente y amoroso apoyo.

     
    Para el año próximo ya tengo programado algunas conferencias, la aparición de un nuevo libro y retiros. Uno que ha despertado mi ilusión es el Retiro que están organizando para fines de octubre de 2014, en la Patagonia andina, cerca de El Bolsón. El tema: EL AMOR.  ¿No es increíble que en las escuelas y universidades del mundo se educa  para ser exitosos en una profesión pero no cómo ser exitosos en el amor? Eso explica por qué habiendo tanta gente exitosa se siente desdichada por carecer de amor. El amor sana nuestra alma, restaura las heridas y fortalece nuestro ser. Amar nos enaltece, emociona y permite logros imposibles.

                                                              

Retiro sobre El AMOR

Un retiro para aprender lo más difícil de la vida:

amar incondicionalmente y ser amado incondicionalmente.


    
     Las personas creen amarse. Pero la práctica psicológica nos informa que por las ambiciones, deseo de éxito y frustraciones, en la cultura hedonista y narcisista de occidente es muy habitual, detestarnos, incluso odiarnos, en vez de amarnos incondicionalmente.

      
      Esta falta de amor hacia nosotros mismos hace que en vez de buscar la felicidad se la sustituya por la satisfacción inmediata de deseos. Y, como sabemos, satisfacer deseos, como único objetivo, es la fuente de todos los problemas morales, mentales y físicos de la humanidad. Es triste pensar que se puede llegar al fin de una vida sin haber amado ni ser amado por no haberlo aprendido.

     
     No se puede amar si no se sabe cómo. Esto fue lo que llevó al Prof. Leo Buscaglia a proponer un curso en la Universidad de California, Los Ángeles. Resistido por las autoridades, pronto se convirtió en un éxito notable, pues a los jóvenes se les enseña geografía, física, psicología, matemáticas, literatura, el uso de armas, sexología, pero no se les enseña a amar. Aprender a amar correctamente puede transformar nuestras vidas y de aquellos que nos rodean. La paradoja de este mundo es que millones de personas logran todo lo que desean menos tener amor.

      
      Cuando amamos  muchas veces lo hacemos con exclusividad, con egoísmo y narcisismo confundiendo satisfacción física en vez del bienestar propio y de nuestro prójimo.





Amar demanda aprendizaje y práctica. 

      Por ello en el retiro se harán ejercicios específicos que nos liberen de mandatos familiares y sociales equivocados, para desarrollar nuestra capacidad de amar con libertad, sin ataduras ni posesividad que bendiga a nuestro ser y nos relacione con los demás en forma sana, armoniosa y alegre. Y sin duda nuestra elevación espiritual nos 
abrirá el corazón para ser amados y a amar incondicionalmente.




   El año próximo promete muchas bendiciones. Mi  deseo para todos:



¡UN   FELIZ   y   GOZOSO  AÑO  NUEVO  PLENO  de  AMOR!




©Pietro Grieco

23 de diciembre de 2013

EL SECRETO DE MANDELA

    ¿Cómo pudo un individuo condenado a muerte por subversivo salir de la cárcel luego de 27 años, con una sonrisa, ser respetado por sus enemigos, llegar a la presidencia de su país, eliminar la barrera de discriminación entre razas (Apartheid), lograr la integración de todas las etnias y la admiración del mundo entero? Parece imposible, pero Mandela lo hizo. Fue presidente por un período y se convirtió en el estadista más amado del mundo. Fue conmovedor ver en sus funerales a personas de todos los continentes expresar veneración por este hombre, que en vida se había convertido en un mito de integridad y sabiduría política.

    Es tan excepcional que muchas personas se han preguntado ¿cómo surgió un hombre con semejantes cualidades superlativas?  Por ejemplo el filósofo Santiago Kovadloff, en un bello texto titulado “El hombre que vino del futuro” (La Nación, 17-12-13) dijo: “Sobre él se sabe todo. Sólo una incógnita subsiste. ¿Cómo fue posible un hombre semejante? ¿Qué alquimia misteriosa produce la aparición de espíritus como el suyo?” Mi convicción es que Nelson Mandela desde una mísera prisión desarrolló la energía interior que lo elevó a estar en contacto con Dios, El Futuro, y con esa energía del Espíritu transformó el presente. ¿Cómo lo hizo? Veamos.

    En la cárcel se eliminan muchos de los “ruidos” externos que constantemente distraen la mente, para concebir y percibir el futuro con claridad. Fue semejante a “la experiencia del desierto” de los profetas,  o del silencio en la soledad para los yoguis en las cuevas del Himalaya. Soledad para conquistar el silencio interior y dejar que hable el espíritu directamente a la conciencia. El silbo suave y silencio del que habla la Biblia. En esa circunstancia Mandela recordó la lucha en esa misma tierra de Mahatma Gandhi (a principios del 1900), contra la discriminación utilizando la no-violencia. Halló inspiración es ese ejemplo formidable. Al mismo tiempo, con la mente en paz se liberó del foco de atención transitorio del presente y se expandió en el tiempo y el espacio. La visión profética fue siempre traer el futuro al presente. Como dije “El futuro no es una dimensión del tiempo ni del espacio, es una dimensión que trasciende lo humano, es una manifestación de la Divinidad, que permite afirmar que Dios es Futuro” (Dios es Futuro, pág. 11)

    ¿Qué produjo el cambio? Sabemos por su biografía (autorizada) escrita por Anthony Sampson que dio prioridad a los aspectos interiores de su ser: la honestidad, la sinceridad, la simplicidad, la pureza, la generosidad, la ausencia de vanidad, la prontitud para servir al prójimo —todas cualidades al alcance de cada individuo— y que son el fundamento de la vida espiritual. Todos podemos hacer lo mismo.

    Sus propias palabras indican la estricta disciplina que utilizó en la cárcel,  pues es lo que recomendó, por escrito, a su esposa 
Winnie cuando cayó presa:

“Vas a encontrar que la celda es un lugar ideal para conocerte a ti misma, para buscar realística y regularmente los procesos de tu propia mente y de tus sentimientos. Al juzgar nuestro progreso como individuos tendemos a concentrarnos en los factores externos tales como nuestra posición social, influencia y popularidad, riqueza y el nivel de educación… pero los factores internos pueden ser más cruciales para determinar nuestro desarrollo como seres humanos.” Y más adelante dice: “Por lo menos, si no es por ninguna otra cosa, la celda te da la oportunidad de mirar diariamente en toda tu conducta para superar lo malo y desarrollar cualquier cosa que es buena en ti. La meditación regular de unos 15 minutos diarios antes de emprender una acción, puede ser fructífera en este respecto.”  Y, claro, no le ocultó a su esposa las dificultades en este nuevo camino: “Puede que encuentres difícil al inicio extraer los factores negativos de tu vida, pero al décimo intento puede que obtengas los resultados. Nunca olvides que un santo es un pecador que continúa intentándolo” (Mandela The Authorised Biography, por Anthony Sampson, pg 252).

    Se sabe que Mandela estuvo en contacto en varias oportunidades con Sri Chinmoy, quien poseía un centro en Sud África. Por lo tanto meditar, aunque fueran 15 minutos todos los días antes de emprender una acción, fue el gran secreto de Mandela.


    ¿Qué hace la meditación? Primero calmar le mente, aquietarla y hacer surgir los pensamientos a la luz sin juzgarlos ni rechazarlos, simplemente reconocerlos. La meditación hace contemplar a la propia mente con el propósito de purificarla de malos pensamientos, actitudes y sentimientos, reemplazándolos por los buenos. Por lo tanto la lucha de Madiba fue contra un ejército, no de individuos con armas de fuego, sino de un ejército de malos pensamientos. Con ese proceso de limpieza mental se liberó del resentimiento y del odio. Produjo su transformación espiritual. Percibió otro futuro. Ganó su propia paz. Se hizo libre en la cárcel

    Superó los prejuicios, el pensamiento perverso del “otro” por uno de bondad y valoración. Aprendió a perdonar y a ser magnánimo.  Lo hizo sin dobles intenciones ni tonterías. Hizo algo extraordinario: convirtió a los enemigos en amigos.

   En 27 años de prisión, a través de la meditación, Mandela produjo una transformación interior que se reflejaría en su vida exterior y en su enfoque político. Su rostro en diversas publicaciones de la década de los 60s era severo. Tuvo que vencer su propio carácter y sus pasiones agresivas. Cuando salió en libertad su rostro se había suavizado y en vez de un rictus había una sonrisa.


     No había abandonado sus ideales ni su lucha. Comprendía que la injusticia disminuye si no se crea más injusticia matando o dañando a otras personas. Para que un gobierno multirracial tuviera éxito la justicia debía incluir a todos. El progreso no consiste en quitarles a unos para darle a otros, consiste en que todos tengan las mismas posibilidades de desarrollar su potencial de inteligencia, arte y compasión. La libertad debe ser para todos, con el derecho de ser respetado respetando al otro.


    Utilizó la imaginación creadora para ver un futuro que brindara libertad de conciencia e inclusión a cristianos de todos los credos, a musulmanes, hindúes, animistas y personas de cualquier creencia.Él,  como ya sostuve, tenía un entendimiento claro de que en todos los seres humanos se halla la gloria del Principio de la Existencia. O sea la manifestación de la divinidad en el hombre que adquirió distintos nombres: El Atman hindú, la Shekinah judaica, la esencia del Cristo, del cristianismo. En la moderna literatura espiritual simplemente la “Presencia”. Pues bien es esa Presencia divina la que hay que redescubrir y hacer brillar pues esa luz nos ilumina la conciencia por dentro y, al reflejarla, enciende la misma luz en los demás seres. Así multiplica su poder.

    Desde esa presencia luminosa se aprender a perdonar, primero a uno mismo y luego a los demás. Dejar atrás el rencor, y amar compasivamente. Las circunstancias, con sus injusticias, ya no se le imponían, Madiba imponía su visión de futuro a las circunstancias.


   Como él, debemos lograr el discernimiento de que todos los seres poseen en sí la gloria de Dios y trabajar con todos los medios posibles: pensamiento, oración, meditación, contemplación, hasta el enojo y las lágrimas en busca de la luz interior. Cuando logramos que brille, aunque sea un poco, será como una vela que se enciende y con ese poco se puede encender otra vela y otra y otra y así sucesivamente. Entonces la luz será enorme.  La simple presencia de una persona calma, con paz en el corazón y una conciencia pura transmite esa luz a su alrededor y hace libres y felices a otros. El “otro” es un ser con sus posibles fallas, pero es un ser humano que también quiere la justicia y la seguridad de que será respetado. Esta comprensión de los demás y de uno mismo, prepara la conciencia para sembrar pureza, paz, claridad, y amor.


    En vez de perder tiempo con cosas negativas que no conducen al bienestar y no sirven para nada, hay que ser prácticos, cambiar y sembrar en la conciencia semillas positivas de serenidad, de no violencia y de comprensión. Quien no agrede mentalmente no es

agredido. Quien no se enoja no tiene nada que temer. 

   Podemos ser prácticos: regalar una planta viva, para un vecino con quien no nos hemos llevado bien o regalar una planta de flores a un enemigo para mostrar buenos deseos y crear una atmósfera positiva. Por ejemplo los israelíes podrían regalar una planta de olivo o de almendro o una palmera datilera a los palestinos y viceversa. Una plantita vale centavos, pero como tomar un puñado de sal por Gandhi, o invitar al carcelero a la asunción presidencial por Mandela, tienen un valor simbólico enorme. Crea otra atmósfera emocional, diferente a tirarnos piedras o bombas. Con ello es posible esperar un cambio de corazón que haga de la tierra un digno y bello lugar para vivir. 

   Para el año próximo ¿qué sembramos hoy para tener una buena cosecha de alegría, felicidad y armonía? ¿Qué sembramos en nuestra conciencia? En esta siembra espiritual, si sembramos cosas nobles cosecharemos cosas nobles. Si sembramos pensamientos puros cosecharemos cosas puras. Cada meditación es para establecer en la conciencia estas semillas. No es trabajo de un instante, las semillas requieren preparar el campo y evitar que lo invadan las malezas de la desidia o la cizaña de mala voluntad, las malas hierbas que ahogan y frustran a las buenas semillas. 
                                        ©Pietro Grieco

7 de diciembre de 2013

MANDELA: Muerte, Celebración y Esperanza

       La muerte siempre nos sorprende por su variedad, diversidad y amplitud de emociones. Al contemplar, sobre la pantalla de TV, la reacción de la gente de Sud África frente a la casa de Nelson  Mandela o en diversos lugares del país danzando, cantando, celebrando la vida de este hombre extraordinario, pensé: “Este es su legado. No ver gente llorando sino cantando y bailando”. Sin duda hubo lágrimas también, pero el sentimiento mayoritario fue un carnaval de gozo, de ritmo, alegría y triunfo sobre la opresión y la injusticia. No hay motivos para estar tristes cuando un ser humano se va habiendo cumplido su misión con dignidad.

Mandela, que pasó 27 años en prisión, tenía motivos para estar enojado y resentido. Casi justificado en el uso de la violencia si era necesario, para liberar a su país de la segregación racial y el dominio de una minoría blanca. Pero durante ese tiempo maduró.  Abandonó toda idea de revolución por las armas a una revolución mediante la no violencia enseñada por Gandhi. De empuñar un arma a extender la mano a sus enemigos. 

Mucha gente cuestionó el tiempo que estuvo injustamente preso. Pero ese tiempo no pasó en vano. Desmond Tutu dijo:
Ese tiempo en la cárcel fue absolutamente crucial. Claro está que el sufrimiento amarga a algunas personas, pero ennoblece a otras. La cárcel se convirtió en un crisol en el que se quemó y eliminó la escoria. La gente nunca pudo decirle: "Lo que usted dice sobre el perdón es pura palabrería. Usted no ha sufrido. ¿Qué sabrá usted?". Esos 27 años le invistieron de autoridad para poder decirnos que intentásemos perdonar.

Mandela supo aprovechar la quietud y la soledad de la cárcel para seguir pensando. Por ello agrega Desmond Tutu:

Yo sostengo que el tiempo que pasó en la cárcel fue necesario porque, cuando lo encarcelaron, estaba enfadado. Era relativamente joven y había sufrido una injusticia; no era un hombre de Estado, dispuesto a perdonar: era el comandante en jefe del brazo armado del partido, que estaba muy dispuesto a usar la violencia.

Con la diversidad étnica y racial comprendió que debía extender su pensamiento y su mano a todos los habitantes de Sud África. Él logró lo que se creía imposible. ¿Cómo fue?

El secreto de Nelson Mandela fue su propia  transformación interior. Pasó de detestar a sus enemigos a comprenderlos, saber perdonarlos y hacerlos participar en una nueva forma de vida. Como Gandhi, más que palabras, utilizó gestos simbólicos. Invitó a su carcelero y al fiscal (que había luchado para que le impongan la pena de muerte) con categoría de VIP a su asunción presidencial. Se presentó en un campo de Rugby, considerado exclusivamente de blancos, con la camiseta del equipo. Fue ovacionado por todos. Buscó gestos de tolerancia y  unión en vez de división. Esto no es algo que sucede todos los días.

Pasó de ser un individuo de una raza, un color y una tribu a un ser humano universal; de liderar una facción política a ser presidente y símbolo de unidad de una nación. De ser detestado por los blancos a ser aclamado por ellos. De líder subversivo a Premio Nobel de la Paz. Para hacer grandes cosas no se necesitan muchos mandatos ni eternizarse en el poder. Se necesita humildad para abrazar al enemigo, intensidad de buenas acciones y coherencia entre lo que se dice y lo que se hace.

Muchos políticos poseen una gran retórica, se especializan en buenos discursos. En cambio, hombres como Mandela, Luther King o Gandhi pueden o no poseer buenos discursos pero saben realizar humildes grandes acciones. Las palabras se desvanecen, en cambio las acciones, especialmente las buenas trasforman la realidad — mejorándola— hacen historia.

Si algo tenemos para estar agradecidos de vivir en este período histórico es haber presenciado el coraje, la paciencia, la templanza de este gran hombre para emprender una revolución en paz. En pocos años, de ser detestado y combatido por sus opositores, pasó a ser aclamado por ellos. Con su carisma logró ser respetado y admirado por líderes políticos de todo el mundo.

Nos dejó un legado de que lo imposible es posible: vencer el racismo, la incomprensión, los antagonismos étnicos a lograr la unión de tribus y pueblos en paz. Supo conducir un proceso político sin violencia que asegurara el progreso con justicia para todos.

Dejó un legado de fe y esperanza para los países del mundo donde hay violencia, intolerancia e injusticia de que es posible triunfar sobre todas ellas.

Nosotros podemos elevar una oración de gratitud y alabanza  por “Madiba” (que significa “reconciliador”), pues fue un terapeuta de profundas heridas sociales sanando el alma de millones en el mundo entero. Gracias Madiba por mostrarnos cómo ser mejores seres humanos al hacernos  partícipes de tu sabiduría, tu compasión y tu alegría. ¡Gracias! 
                                        ©Pietro Grieco

31 de octubre de 2013

EL CAMINO DE SANTIAGO, un millón de años atrás

        Desde el Pirineo francés se baja a España, a través de altas montañas, majestuosos paisajes, bosques, ríos, bellas quebradas. A los pocos kilómetros en suelo español se ven las señales del Camino de Santiago. Algunos peregrinos, antes de cruzar la frontera, aprovechan para visitar Lourdes. La señal principal representa un conjunto de líneas amarillas, de rayos convergentes en un punto. Hace pensar en los infinitos senderos que de Europa y el sur de España van a Santiago de Compostela, en el noroeste de la península Ibérica, casi sobre el Atlántico. A los peregrinos se les reconoce de inmediato. No visten de turistas, visten de peregrinos: zapatos firmes, ropa rústica, algún sombrero, capa para la lluvia (que nunca falta), mochila sobre la espalda y una vara.

El andar del peregrino es particular. Distinto. Camina firme pero sin apuro, sabe que el camino es extenso. A lo largo de los senderos hay gran cantidad de posadas que, con poco dinero, permiten dormir en dormitorios comunes. Los más adinerados pueden utilizar todo tipo de hoteles. Muchos de ellos o ellas, si entran por Biarritz a San Sebastián, y continúan por los caminos o rutas sobre el mar Cantábrico, van visitando, además de Donostia-San Sebastián, Bilbao, Santander, Torrelavega, Gijón, Oviedo, etc. O sea combinan la peregrinación con el turismo. Lo que hace más atractivo el viaje. Aunque al peregrino auténtico no le interesan tanto las novedades y los paisajes sino la meta, el destino. Arde por saber qué le será revelado o si, solamente, será llegar a otro lugar.

Según las rutas, el recorrido puede ser de unos 670 a 800 km. El tiempo estimado, si se hacen unos 25Km diarios, puede completarse en un mes. Un poco más si se enfrentan inconvenientes: pies hinchados, necesidad de descanso, lluvias intensas, agotamiento, etc. Los españoles se lo toman con más filosofía, como ellos ya están allí, la gran mayoría toma una semana por año. En unos cuatro años cubren el recorrido. Y su promesa personal queda cumplida. No posee el carácter sagrado o místico que puede adquirir para algún visitante extranjero, especialmente lejano. Para ellos es cumplir un ritual y lograr una meta. Punto. Los españoles han dejado de ser religiosos. Pero paran varias semanas anualmente por fiestas religiosas, pues todas esas celebraciones las han transformado en eso: ¡fiestas! Y para los españoles cualquier razón es buena para festejar, con mucho ruido, desfiles, bandas de música y fuegos artificiales. Es una oportunidad para lucir sus trajes típicos, y saborear, claro, sabrosas comidas, acompañadas de excelentes vinos y, en algunas zonas, la sidra.

Por la mágica ciudad de Burgos pasa uno de los tantos Caminos de Santiago. Allí hallé al costado de la catedral, que guarda los restos de Ruiz Díaz de Vivar, el famoso Cid Campeador, la señal que se ve por caminos, rutas y ahora autovías, desde Francia a Santiago de Compostela.  En este caso estaba grabada en una placa de mármol rosa. Pero el descubrimiento más sorprendente, que ignoraba es que muy cerca se hallaron restos humanos de casi ¡un millón de años!

A pocos kilómetros de Burgos se encuentra la Sierra de Atapuerca, donde unas décadas atrás se descubrieron los restos humanos más antiguos de Europa. Restos óseos que, luego de vencer el escepticismo inicial, aportaron una nueva visión y cambiaron muchos conceptos sobre homínidos en el continente. Ya no hablamos de veinte o treinta mil años como nos informaban  los libros de historia sobre las pinturas de cuevas pintadas, estamos hablando de un millón de años. Desde principios del siglo veinte se conoce que en dicha zona vivieron homínidos en gran cantidad de cuevas, pero en 1997 se descubrió en esta área arqueológica lo que se dio en llamar “El Chico de la Gran Dolina”, el cráneo de un niño de unos diez años, cuya formación facial sería muy semejante a la de un niño actual. Esto difiere de “El Chico de Turkana”, y otros hallazgos en África, de 1,6 millón de años, pues los dientes como el volumen craneano (1000 cm cúbicos) son muy modernos, por lo que el Homo Antecessor de Atapuerca, del que forma parte el Chico de la Gran Dolina, presenta muchos interrogantes que los antropólogos tratan de responder. 

Este hallazgo nos dice que, hace ya un millón de años, hubo seres humanos habitando la zona. También se cree que allí se forjó la primera herramienta europea: una piedra tallada. La pregunta que surge es qué tipo de creencias poseían, cómo enfrentaban la enfermedad, la vida y la muerte. Estos individuos no poseían espejos, pero veían a diario su imagen en la superficie del río, que al tocarla desaparecía. ¿Qué pensaban ante la visión de lo aparente y lo real? Su vida diaria estaba urgida por la búsqueda de alimentos, una constante presión ante la posible agresión de otros animales, (osos, tigres, etc.) e incluso de otras tribus. Pero su existencia nos abre los ojos a una nueva: la visión del mundo y del propio ser interior, que proviene de más de un millón de años. Recordemos que la Biblia Hebrea (y aceptada por los cristianos) sitúa la creación del mundo en el año 3761 BCE o sea 5774 años atrás (The Oxford Companion to the bible). No sabemos qué conceptos espirituales sostenían. Pero la conciencia colectiva de la humanidad es extensa tanto en el tiempo como en el espacio. En un millón de años se aprenden y practican muchas costumbres, actitudes, rituales y ceremonias. Muchas se van renovando, otras se abandonan.  

Mientras meditaba sobre la conclusión de este breve texto, nuevamente fui sorprendido por la CNN y otros medios que  anunciaban el hallazgo de un cráneo (cráneo Nro 5) de un homínido con una edad entre 1.600.000 a 1.800.000 años, en Dmanisi, en la Rep. De Georgia. Esto conmocionó el campo científico y alteró mi conclusión. Todas las teorías antropológicas fueron sacudidas. Provisionalmente surge la hipótesis de una sola línea evolutiva desde África a Europa y al resto del planeta. Durante dos millones de años, los homínidos progresaron lentamente y no demasiado. Su forma de vida: habitación, vestimenta y alimentación, eran diferentes. Externamente hubo cambios, y en las técnicas avances, notables en los últimos dos siglos, pero la problemática de fondo sigue siendo la misma. ¿Por qué estamos en esta dimensión tempo-espacial?

Estudios antropológicos de Claude Lévi-Strauss y Lucein Lévy-Bruhl manifiestan que la mentalidad del individuo primitivo difiere de la nuestra por ser el elemento mítico más importante. La experiencia de los humanos primitivos era más mística y menos lógico-científica. Utilizaban más el lóbulo derecho relacionado con la intuición, lo imaginativo, lo metafórico. Es el que hoy utilizan los inventores, los artistas, los creadores. Esta forma de pensar fue desplazada en occidente por el pensamiento científico del lóbulo izquierdo. Utilizado por ingenieros, matemáticos y científicos. Ambos autores sostienen que, bajo la superficie de aparentes diferencias, la matriz de los conflictos a resolver es la misma. Reconocen que el aspecto mítico es más observable en los pueblos primitivos, pero, incluso hoy, se halla presente en todas las mentes.

La mente, entre la información de los sentidos, en especial los ojos, y lo que hace la mano, forma con la información interna de la conciencia, una imagen virtual compuesta del mundo que hace que no sea necesario experimentar la realidad para actuar. El individuo primitivo no necesitaba arrojarse a un abismo para experimentar dolor o sufrimiento, como no es necesario hoy día estrellarse con un auto para saber las consecuencias y verificar el dolor. Por otro lado tenían una agudeza perceptiva mayor del medio ambiente. El olfato y la audición eran muy importantes dado que muchos animales no se dejaban ver. Por lo tanto la percepción indirecta era prioritaria. 


La intuición, revelaciones a través de los sueños, la captación de la realidad (en forma de peligros inminentes), eran comunes. Muchos de esos aspectos los hemos adormecidos. 


Los problemas espirituales por más de un millón y medio de años son los mismos: discernir el propósito del nacimiento, agresión, enfermedad, el abandono, la violencia, el sufrimiento, la muerte. Desde más de dos millones de años cuando los primeros humanos salieron de África, lo que estuvieron haciendo fue peregrinar hacía lo desconocido, hasta cubrir cada rincón del planeta. Pronto esta búsqueda nos lanzará al resto del sistema solar y en el futuro a todo el universo. Por millones de años los humanos necesitaron peregrinar. Pero ya no queda lugar para peregrinar. Ya volvemos, en un constante retorno, donde estuvimos. Sin duda se descubrirán cómo son ciertas cosas. Pero el por qué estamos en este universo no se nos revelará conociendo lugares más remotos. La respuesta al por qué debemos buscarla en otra parte: ¡en nuestro propio ser!

Este peregrinar metafórico en busca de sentido por un camino u otro del planeta, ¿tiene sentido? Creo que ha llegado la hora de ir hacia adentro, hacía lo profundo de la conciencia colectiva. No podemos peregrinar como un escape de nosotros mismos. Ni podemos adorar, cuando no sabemos quiénes somos. Debemos aquietarnos y mediante contemplaciones, meditaciones y la elevación de la mente alcanzar el núcleo, el centro desconocido del ser.


Este texto comenzó como una experiencia sobre el Camino de Santiago, terminó indagando sobre el origen del hombre y, en pocos días, nuevos descubrimientos hicieron girar el enfoque. Este movimiento zigzagueante no es un error, es la dinámica del mundo en que vivimos. Los descubrimientos como los cambios son tan rápidos e intensos que ni nos damos cuenta. Estar cada día centrados es fundamental para no alienarnos. Debemos mantener la mente abierta y flexible, con un corazón generoso y compasivo, siempre sostenidos por una conciencia en paz e iluminada. Nuestro futuro depende de ello.


©Pietro Grieco


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