Años atrás, al visitar la casa de una amiga, me gustaba su bello jardín, excepto unos arbustos que daban feo olor. Un día, al alabar sus hermosas flores, esta amiga, me llevó a conocer su secreto: el compost.
Detrás de los arbustos, que yo pensaba que daban mal olor, era donde
preparaba el abono para sus flores. Comprendí que el compost, es lo que le
permitía obtener el perfume de sus flores. Uno era la continuidad de lo otro.
Un buen jardinero sabe obtener de la basura orgánica un compost para utilizarlo
adecuadamente, y no se molesta por el olor, pues reconoce su utilidad. Todos
podemos ser excelentes jardineros de la mente.
En el blog anterior vimos cómo estar conscientes de
nuestro cuerpo y sus acciones: comer, caminar, conducir nuestro vehículo, etc.,
o sea aspectos externos a la mente. En este texto enfocaremos mindfulness a los
aspectos interiores de la mente. Para aplicar el uso transformador de
mindfulness, he tomado como ejemplo el enojo. A una persona enojada, se la
representa fuera de control, furiosa, con cara agria, roja de sangre, alterada,
agresiva, falta de armonía, descentrada de su propio ser. ¿Qué sucede
mentalmente con el enojo: cómo surge, se manifiesta, afecta, se disipa, y
transforma en calma y armonía?
Thich Nhat Hanh, sostiene que cuando se observa el
enojo o la cólera se debe utilizar la respiración muy de cerca. ¿Acaso cuando
una persona está enojada, colérica o enfadada no respira más agitadamente y le
suben sus palpitaciones? La observación consciente evita que el enojo
monopolice la mente completamente. El ser reconoce “la mente está enojada y yo estoy enojado”, significa que vemos lo
que sucede, estamos alertados de nuestro estado. Este reconocimiento acompaña
al enojo. Cuando hacemos esto ponemos en acción “mindfulness”.
Estar conscientes del enojo,
no significa tratar de
suprimir el enojo (que tiene su razón de ser),
ni expulsarlo, sino tan solo
mirarlo, vigilarlo. Esta actitud ilumina lo que está sucediendo, no lo juzga,
pero lo sigue con una mirada compasiva, cuidándolo como a un hermano menor.
Nosotros no somos nuestra mente, como un programa no es una computadora. Por el
efecto de identificación, si la mente está enojada, encolerizada, enfadada, parece
que fuera nuestro propio ser enfadado o
encolerizado. Si quisiéramos eliminar o expulsar esos estados sería pretender
expulsar nuestro propio ser. Es aquel viejo concepto de Alejandro Solyenitzin
sobre el mal: el mal y el odio están en el mismo corazón humano y, si se los
quiere expulsar, habría que cortar parte del propio corazón, ¿quién puede
hacerlo? La parábola del trigo y la cizaña, al hacer crecer ambos juntos,
sugiere el mismo camino.
Cuando estamos gozos y alegres somos pura alegría;
cuando odiamos, somos odiosos; cuando amamos somos amorosos; y cuando estamos
enojados y furiosos, somos todo enojo, toda furia. Ahora bien cuando
reconocemos el enojo, la ira, la furia, podemos estar conscientes de que es una
energía en nosotros, la cual es posible transmutarla. Pero para transformarla
en otra energía tenemos que reconocerla y aceptarla.
Este es el comienzo de la transformación. Thich Nhat
Hanh da un ejemplo hermoso, en su ya mencionado texto (Transformation and Healing, Random House, 1993). Un contenedor de
basura lleno de material orgánico con olor intenso, puede ser transformado en
compost, y utilizarse como abono para obtener bellas y perfumadas rosas. En
este proceso primero vemos y olemos la basura, luego el compost, luego las
rosas, como elementos separados. Pero si discernimos profundamente podemos
comprender que las flores ya existían en la basura. Sabemos que una flor tarda
unas pocas semanas en ser basura. A su vez esta basura ya contiene potencialmente
hierbas aromáticas o flores.
Siempre recuerdo la extraña y bella historia que me
contó un director de prisiones. Al inicio de su designación lo enviaron a una
provincia lejana, donde no conocía la gente ni sus costumbres. Para dar
actividad a los internos les solicitó si alguien sabía sembrar y producir
fresas (o frutillas). Un joven le dijo que podría producir las mejores fresas
de su vida, si le entregaba lo que necesitaba. El director le respondió que
podía contar con su apoyo y, preguntó que necesitaba. La respuesta lo dejó
anonadado: ¡los excrementos de los otros internos! Para la gente de campo, el
uso de los excrementos de la hacienda ha sido el mejor abono de la historia.
Aprobada la solicitud. Efectivamente ese interno produjo las mejores fresas que
se pueden imaginar. No solo el director, sino otros presos también se
beneficiaron, de esta transformación de materia orgánica en un fruto bello y
útil.
La dualidad nos impide ver la continuidad de los
procesos. La dualidad produce discriminación entre lo bello y lo feo, lo bueno
y lo mano, entre lo dulce y amargo. La dualidad nos hacer rechazar la realidad
total y aceptar solo una parte. No debemos temer el compost, ni rechazarlo. Lo
mismo con el enojo, no es para desesperar, es una energía que puede ser
transformada. El enojo es una especie de basura, la que se halla en nuestro poder transformar
y utilizar. Este conocimiento nos hace
aceptar el enojo o la furia o la ira. Al hacerlo y contemplarlo con
misericordia, ya nos da cierta calma, un poco de paz. Gradualmente podremos
transformar el enojo, la enemistad, la irritación, en una situación armoniosa,
gozosa, alegre.
Este procedimiento es mejor que dejar crecer el enojo
o la ira y, a veces darle un argumento, que incentiva y acelera el proceso; en
esos casos puede producir mucho daño al bienestar mental y físico. En cambio si
observamos el enojo (o lo que fuere) y con nuestra respiración vamos calmando
la situación, el enojo puede seguir, pero será menos peligroso, perderá fuerza,
y ser irá transformando en otra energía. Mindfulness como una luz, se asemeja
al efecto que producen los fotones solares sobre las plantas: hace que crezcan,
florezcan, y fructifiquen.
La práctica de mindfulenss of the mind,
(conscientes de nuestra mente)
va a colocar el foco de luz de nuestra conciencia
sobre un aspecto de nuestra propia mente,
y como la luz del sol sobre las plantas,
transformará los estados mentales
en otros mejores.
La práctica de mindfulenss of the mind,
(conscientes de nuestra mente)
va a colocar el foco de luz de nuestra conciencia
sobre un aspecto de nuestra propia mente,
y como la luz del sol sobre las plantas,
transformará los estados mentales
en otros mejores.
Si sufrimos el enojo pensando en retrucar a las
personas que nos produjeron el enojo, por su abuso, malicia, falta de
consideración, brutalidad, crueldad o deshonestidad, que pueden ser reales o
exageradamente imaginarios, va a arder más enojo en nosotros. El problema es el
enojo en nosotros y no lo que otros hicieron. Cuando hay un incendio no podemos
ir insultando al cielo, debemos apagar el incendio para que no se propague. Con
la respiración y la meditación podemos al inhalar decir: Reconozco mi enojo, al exhalar podemos repetir mentalmente: Sé que el enojo sigue en mí. Al inhalar
repetir: Reconozco que el enojo es un
sentimiento desagradable. Al exhalar repetir: Sé que este sentimiento como apareció
también va a desaparecer. Al inhalar: Sé que puedo cuidar de este sentimiento. Al exhalar: Yo calmo este sentimiento.
Abrazamos el sentimiento de enojo como una madre a un
chico llorando y clamando atención, con ternura y comprensión. Cuando una madre
pone su corazón y su mente en abrazar y mecer a su bebe con amor se va a
calmar. De la misma manera podemos calmar nuestra mente. Algunas personas para
calmar el enojo, la ira, la furia, y otras negatividades utilizan la caminata
de meditación. Combinan la respiración y el movimiento, poniendo la atención en
cada paso y el contacto de la suela o la planta de los pies con la tierra. Poco
a poco veremos cómo el efecto de la meditación nos calma, fortalece y
serena.
El observar el origen de nuestros estados mentales,
descubrimos sus raíces, que pueden ser falta de información, torpeza,
resentimientos, o malos hábitos en nosotros o en la o las personas que
originaron el enojo. Pero también podemos ver y discernir los elementos
liberadores de nuestro propio sufrimiento, que habitualmente acompañan los
enojos o las perturbaciones. Una visión compasiva, el entendimiento y el amor
liberan del sufrimiento, calman y suavizan. Las personas enojadas creen que se
les pasará el enojo liberando la energía negativa de su corazón a través de la
agresión, los insultos, destrozando cosas, o encerrándose en una habitación y
gritando hasta calmarse. Estas formas de combatir el enojo hasta el agotamiento
físico, pueden ser peligrosas.
No utilizan su propia energía en forma no violenta, para algo superior.
No utilizan su propia energía en forma no violenta, para algo superior.
El enojo se
origina en nosotros, porque en nosotros están ocultas las raíces del enojo. El
medio y otras personas son causas secundarias. Son nuestros deseos, nuestro
orgullo, nuestra agitación, nuestras dudas, nuestra suspicacia, nuestra
confusión, nuestra ignorancia. Cuando los profetas bíblicos iban al desierto a
meditar, o los yoguis a los bosques y cuevas del Himalaya, iban a practicar
mindfulness de la mente, o sea la observación consciente de sus pensamientos de
dudas, ambiciones, temores, deseos. Nelson Mandela aprendió a meditar y utilizó
el sistema para transformar su mente, de esta manera pasó de la violencia
armada a la no violencia. Percibió que si alguien se deja gobernar por “sus”
ideas, y los pensamientos derivados de su ego, forma en su mente murallas de
las que no puede salir, ni percibir qué sucede más allá de su propia mente. Comprendió
cómo funciona la mente de las demás personas y ser misericordioso y compasivo.
Utilizó su energía para construir una
sociedad sin discriminación racial, sin odios, ni injusticias.
Sí, con mindfulness
of the mind podemos transformarnos y trasformar al mundo, pues permite ir a
la profundidad de la mente a observar los pensamientos, para (en caso de ser
necesario) transformarlos y producir la sanación de nuestra forma de pensar. La
Biblia nos habla de transformarnos mediante de la renovación de nuestra mente
(Romanos 12:2). Esta es la actividad más importante de le espiritualidad para
lograr refinar nuestro ser y nuestra ascensión en la escala del ser. Como bien
escribió Shannon Peck, “el amor sana”. Lo opuesto, el odio, el enojo, la ira,
enferman. Saber transformar energías negativas en amor nos sanará a nosotros y
al mundo.
¿Cómo transformar la violencia en calma, la rabia,
el enojo, la bronca en armonía, la discordia en paz,
y la tristeza en alegría? Lo primero es reconocer qué tipo de problema se trata, para luego aplicar el tratamiento apropiado. Podemos transformar barro en ladrillos, la arcilla en una jarra, el hierro en una olla, el oro en una joya y la basura en perfume de rosas. Y espiritualmente es posible transformar pensamientos agresivos y enfermos en otros compasivos y sanos.
el enojo, la bronca en armonía, la discordia en paz,
y la tristeza en alegría? Lo primero es reconocer qué tipo de problema se trata, para luego aplicar el tratamiento apropiado. Podemos transformar barro en ladrillos, la arcilla en una jarra, el hierro en una olla, el oro en una joya y la basura en perfume de rosas. Y espiritualmente es posible transformar pensamientos agresivos y enfermos en otros compasivos y sanos.
El Dalai
Lama, (junto a Desmond Tutu y Douglas Abrams)
en The Book of Joy, (Il Libro della Gioia, Garzanti S.r.l.,
Milano, 2016) sostiene que lo que
enferma la mente son los pensamientos negativos, los tóxicos, los dañosos. Si no
los eliminamos, desarrollamos una especie de infelicidad, de descontento que
nos conduce a la frustración y la ira. Propone para eliminar los dolores
psíquicos desarrollar la “inmunidad mental.” Esta inmunidad crea una sana disposición de la psique que la
hace menos susceptible a los pensamientos y sentimientos negativos. De igual
forma como un cuerpo vigoroso enfrenta sin inconvenientes los virus que lo
pueden atacar. Pues, si estamos débiles, el virus más insignificante puede ser
peligroso. De igual manera con una mente vigorosa cualquier ataque puede
afectarle un poco, pero de inmediato se recupera. En cambio con una mente
inquiera e inestable, cualquier pequeño problema puede causar una crisis.
Cuando el enojo, la rabia o la bronca se apoderan de
la mente el individuo, se identifica y transforma en un sujeto rabioso, enojado
o embroncado. Entonces el individuo y su estado se fusionan en uno.
Lo magnífico es que la conciencia del ser posee la luz del amor, que no juzga ni condena, sino que contempla, ilumina y transforma. Sin juzgar dejamos que el enojo se desinfle y canalizamos esa energía transformadora en algo positivo. De esa forma la causa del sufrimiento se elimina, restablece la saludable inmunidad y el bienestar.
Lo magnífico es que la conciencia del ser posee la luz del amor, que no juzga ni condena, sino que contempla, ilumina y transforma. Sin juzgar dejamos que el enojo se desinfle y canalizamos esa energía transformadora en algo positivo. De esa forma la causa del sufrimiento se elimina, restablece la saludable inmunidad y el bienestar.
La práctica de mindfulness nos permitirá, en las palabras de Kahlil Gibran
(El Profeta):
Tocar con tus dedos
El
cuerpo desnudo de tus sueños.
…………………………………
Y
el infinito tesoro de tus profundidades
Será
revelado delante de tus ojos.
Estar en el
momento presente observando la propia mente en forma consciente,
evitamos ser manipulados por las apariencias del mundo, asegura nuestra
libertad de conciencia, para llevar libertad y sanidad al mundo.
© Pietro Grieco